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domingo, junio 26, 2005

Las putas son leales. Si no hubiese que matarlas...

Tuve oportunidades, no puedo negarlo; bastantes, quizá demasiadas. Primó sin embargo la temperatura de mi sangre, ese resentimiento primitivo contra todo aquello que oliera a poder. Y no es que fuese un fanático de la derrota; al contrario, yo he sido también poderoso y debí estar siempre en el bando de ellos. Pude ser El guía, un faro austral, el mesías que se viene echando de menos desde 1810 o desde los tiempos de Almagro. He preferido aguardar mi momento pasando las noches en estaciones de ferrocarril de ramales de provincia, amasando pan en villas periféricas, cortejando prostitutas. Las prostitutas son las mujeres más leales, decentes y baratas del mundo. Como no conocen la fidelidad no se les puede exigir fidelidad. Dan lo que prometen y cuestan menos que las otras. Si no hubiese que darles muerte, a manera de entrenamiento, digo, serían perfectamente imbéciles. Pero esas miradas con que se quedan, tan abiertas, melancólicas, como si pensaran en la ambición perdida, en el martillazo del juez de garantía, en las puertas del infierno; esas miradas, repito, lo hacen a uno pensar en misiones heroicas; esas miradas, insisto, aumentan la pasión que con tanto ahínco he ido ahorrando para el día final.
No deseo ponerme tremebundo. Otro día les contaré mi historia. Ahora debo ausentarme. Ha vuelto el momento de la acción.

4 comentarios:

Carolina Moro dijo...

Veo que la línea sigue. Las prostitutas imbéciles y las culpas no culposas. Me agrada eso. No justificar. Sólo acciones. Entonces sigo.

Tenías razón. El final estaba débil. Cambié algunas cosas y agregué dos párrafos. Me agradan las críticas constructivas.

Nos leemos
saludos

Carolina Moro dijo...

Otra vez aquí. La manía está en forma grosera en mi relato, pero no en todos. Es sólo un juego de palabras que quise hacer. Final sopresivo, bueno, malo o decadente dependerá mucho de quién me lea.
Detalles siempre hay. En tus relatos también existen.

Por qué soy la única, es mi pregunta.

seguimos

plenu dijo...

Ya no... Permiso, voy a conocer la casa... incluída la cocina.

Anónimo dijo...

Dr. Viciour, ¿es esta la primera historia que escribió en su blog?

Me gusta la sangre y un poquito de violencia también... en la literatura por supuesto. Sentir que tantas veces podríamos estar a un centímetro de la degradación humana: la ajena y por supuesto, la nuestra, la propia es muy impactante.
Y usted se hace cargo de narrarlo. Se agradece.