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martes, noviembre 15, 2005

Una noche, en la taberna

Una noche, en la taberna, caí de bruces y me rompí la ceja derecha. La sangre brotaba como grifo de población y de pronto temí por mi vida, pero me reía. Me arrastré como culebra por el piso cubierto de pollos. La gente también se reía, sobre todo las maracas. Algunos borrachos escupían a mi paso y yo decía ya verán, ya verán. Fue así como llegué a la puerta, la abrí y salí, siempre arrastrándome.
He vivido la vida entera arrastrándome. De abajo es más fácil lanzar el guadañazo; la gente piensa que uno está indefenso y perdido. Las mujeres caminan sin reparar en que se les ve la zorra y cuando eso pasa el pico va creciendo lentamente. Se siente una corriente extraña de suavidad mientras crece. Las poetas cuchuflinas hablan del amanecer del miembro, del mástil vigoroso, del espolón. Yo digo simplemente el pico, porque para mí es y será siempre el pico.
Decía que esa noche en la taberna logré salir a la intemperie e incluso logré atravesar la transitada calle; detrás mío iba quedando la huella sanguinolenta, me transformaba de pronto en un héroe porque escuchaba a mis espaldas los ánimos que me daban los parroquianos y las maracas compasivas. Habría perdido ya dos, tres litros de sangre cuando me arrojé a la fuente de la plazuela y bebí, bebí agua hasta que la guata me quedó llena de agua. Luego me puse un parche curita en la ceja y la sangre dejó de emanar. Entonces pronuncié una de mis más hermosas parábolas, cuyo contenido he olvidado. Lo que me queda de esa noche es el piso resbaloso de tanto pollo y sobre todo ese pico creciendo, esa sensación suave y extraña.
Una puta se acercó al verme herido y me dijo guapo, llévame al hotel, a mí no me importa la sangre.
-¿Te gusta la sangre?
-Me gusta.
-Chúpame sangre.
Fuimos al hotel y ella quiso desnudarse pero yo la retuve en mis piernas con la chiva de que tenía el pico parado. La besé, le corrí mano hasta que se mojó.
-Chúpame sangre.
-No.
-Chúpame sangre.
-Bueno.
-Pollito pastando.
-Bueno.
Entonces se lo metí hasta el contre y me fui cortado. No duré ni un minuto y medio.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Por Dios, Dr, Vicious, parece que bien merecido tiene su nombre.
Mis cariños