El mendigo se pasea de un lado a otro. Amenaza al mundo con su brazo derecho, su puño cerrado y un gesto de rabia, que acompaña de una frase ininteligible. Tiene frío, anda sin zapatos. No es viejo, pero lo parece. El rostro aceitoso propio de los mendigos locos lo avejenta. Bañado y afeitado sería un hombre de tantos, más que eso, un hombre sobre la media. Sus rasgos originales equivalen a los de un ser apuesto: nariz recta, ojos fuertes, pelo ondulado, hombros anchos, piernas largas. La traición está en algún lugar de su mente; la derrota de la medicina y de la sociedad se alojan en ese sector escondido de su cerebro.
Hay un loco llamado Orestes que de mendigo mutó a empresario. Retomó sus estudios universitarios, que había dejado interrumpidos cuando lo aquejó un brote sicótico, y los terminó con éxito. Se recibió de ingeniero civil y a los pocos meses se hizo dueño de una empresa exportadora de sustancias químicas. Firmó un contrato y comenzó a enviar las sustancias a China. Al año se vio obligado a aprender chino. Tres años después contrajo nupcias con una ciudadana de Beijing, Yin Lao-tsu. La chinita le dio tres hijos: Orestes Jr., Confucio y Homero. La empresa se terminó instalando en la China y quince años después Orestes recibió la ciudadanía del país de Mao, por gracia. Fue infiel tres veces, con Pi, Mi y Li, tres hermanas que residían en Hong Kong. Al momento de su retiro fue entrevistado en un programa de variedades de la Televisión China. Ante la pregunta "¿Cuál fue el momento clave de su vida?" respondió: "Cuando me vine a China". Camino a casa se sintió culpable ante sí mismo por haber faltado a la verdad, pues pensó con toda honradez que el momento clave de verdad fue haberse casado con Yin Lao-tsu. Ni se le ocurrió pensar en el cambio de mendigo a empresario. Lo invadió en ese instante una rabia inmensa y decidió amenazar al mundo con el brazo derecho en alto y el puño cerrado.
Con ese gesto -sintomatología típica del mal llamado ocaso- lo sorprendo en la calle. Me acerco a él, lo miro a los ojos y le regalo una moneda de 500 pesos. Al parecer lo he logrado sacar de sus delirios, pues su furia acaba como por encanto -el encanto del dinero, el encanto del cariño-. Me da las gracias y una leve, escondida sonrisa le surge desde el interior, acompañada de una reverencia oriental.
Mi nombre no tiene importancia, mi edad tampoco. Sólo diré que mi título de Vicioso y Hombre Malo me fue conferido, tras estudiar la vida entera en su academia, por una milenaria formalidad ideada naturalmente por los hombres. Y que si de algo soy testigo es de un derrumbe moral que me ataca por todos los flancos y me obliga a sumarme a él, en el entendido de que la verdad no es otra cosa que aquello que todos tratan de ocultar.
9 comentarios:
¡Es increíble! Me gusta desded el título hasta la frase final.
Una pregunta: ¿él amaba a las tres hermanas?
Él no las amaba, pero las necesitaba. Ellas lo compartían, sin saberlo.
¡Ahhhhhh!
¿Por qué las necesitaba?
¿Qué cree usted que hubiese ocurrido con las tres hermanas, de saberse compartiendo a un mismo hombre?
Perdone Dr. Vicious, pero a veces me pongo un poco preguntona.
Las necesitaba porque a veces su mano le pedía dar palmadas en otras nalgas. Y conociendo a las mujeres, creo que las tres chinitas se habrían hecho las lesas.
Increíble quilombo...
La fragilidad de la mente humana .... desconexiones profundas en el interior de nosotros.
Las tres hermanas amantes me recordó una novela que leí hace poco..El hombre es amante de las tres hermanas. A la menor, adolescente, la deja embarazada ,la lleva a practicar un aborto y la deja desangrarse en la habitación del hotel.... Aquí por lo menos no sabemos los detalles
Un abrazo
Mis saludos Doctor, espero que siga escribiendo por mucho tiempo más y no le dé por volver a Itaca tan pronto como a nuetsro querido Mentecato, que ciertamente, se echa de menos.
Dr. yo creí haber visto y leído una historia suya hace unas horas. Desperté de una larga siesta de viernes y he vuelto para visitarlo. Pero no hay historia ¿alguna vez la hubo? ¿La imaginé, la habré soñado durante esas horas en que anduve vagando por los iluminados y dulces mundos oníricos?
Sigo esperando más historias, Dr. Vicious.
Hasta pronto
Buenos días Dr. Vicious.
¿Tendremos historias para este este fin de semana?
¿Prepara ya algo vuestra mente para deleitar a sus lectores?
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