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viernes, marzo 02, 2007

Tres variaciones sobre "El monje negro"

Variación II Dani El señor Meneses me dijo que cuando escribiera la historia del mundo yo iba a estar entre los primeros. Ojalá que diga cosas buenas de mí, porque en la historia del mundo también está el general Hitler y también está el general Pinochet, y de ellos se dicen puras cosas malas. Pero el señor Meneses me dijo que iba a decir cosas buenas de mí, porque me había conocido bien. Al señor Meneses yo lo admiro desde que lo conocí, pero le tengo un poco de lástima, pero nunca se lo he dicho porque me daría no sé qué decirle. A lo mejor se podría poner triste, pero no creo que se enoje, pero podría enojarse, pero no creo. El señor Meneses tiene un pequeño problema, que es el problema que me da lástima. El señor Meneses vive en un mundo de fantasía y parece que no se da cuenta. El señor Meneses se lo pasa todo el día escribiendo y puro inventando. Yo soy al revés porque me lo paso todo el día viviendo la realidad de la calle. Yo soy la realidad y el señor Meneses es la fantasía. Él cuando escriba la historia del mundo y cuente mi historia va a decir que yo era un sueño de él y va a dar ejemplos de que yo era un sueño al hablar de mi vida. Pero yo, que estoy en la calle y paso hambre y estoy a punto de volverme loco por la falta de alimento mental, de pasta que me alimente el cerebro, yo digo que el del sueño es el señor Meneses. Él, ¿me ha visto alguna vez a mí? No creo. Él no ha visto más que computadores e historias en su imaginación. Él se lo pasa sentado todo el día escribiendo. Por las noches ve a sus hijos, a ellos sí que los ve de verdad, y a fin de mes cobra sueldo. Nunca ha sabido lo que es pasar hambre, nunca lo han atacado con una cuchilla como me atacaron a mí dos veces, nunca ha probado droga. La droga es buena, pero mata. Yo, si muero, va a ser por la droga. El señor Meneses, si muere, se va a morir de un problema de salud. Pero yo pienso que el señor Meneses no se va a morir nunca, porque los fantasmas no se mueren. Yo, ¿lo he visto alguna vez a él? Sí, varias veces lo he visto. Lo voy a ver a su despacho, lo espío por detrás de las ventanas. Meto la nariz donde no debo y averiguo sus asuntos. Las cosas que he dicho las digo porque las vi con mis propios ojos. Les voy a contar la historia completa, de principio a fin. Me llamo Dani y vivo en una población de Santiago. Un día estaba tan angustiado que fui a un diario a contar que me andaban persiguiendo para matarme. Era verdad, pero nadie me creía. Creían que me había vuelto loco. Pero yo había robado droga. La tomé y salí arrancando sin pagarla. Entonces me empezaron a perseguir, pero me escapé, porque salté una reja y me pasé de una pandereta a un techo y de ahí salí a otra calle y tomé la micro. Me fui agachado en el asiento; no me vieron. Pero siguieron persiguiéndome; creo que todavía me persiguen. Cuando llegué al diario los guardias no me querían recibir. Pero justo en ese momento venía entrando el señor Meneses y me escuchó, porque me vio nervioso. Yo me presenté. Él me sacó a la calle y me llevó a un café. Nos tomamos un café. Él se tomó una Coca Cola y yo me tomé una Fanta. Me hizo preguntas, le conté mi historia, él tomó apuntes en una libreta y me pidió el número de mi celular para volverme a llamar, pero le dije que no tengo porque me lo robaron. Entonces llamó a un fotógrafo y me tomaron una foto y el señor Meneses me siguió haciendo preguntas, hasta que terminó. Estuvimos como una hora conversando. Cuando me fui estaba más tranquilo; además que me había dado dos mil pesos para que me comprara un completo. Yo le pregunté si iba a salir en el diario y me dijo que iba a salir al día siguiente. Le di las gracias porque pensé que si salía en el diario iba a poder andar más seguro por las calles. Al otro día compré el diario y no salí en ninguna parte. Fui a verlo y los guardias me dijeron que el señor Meneses no estaba. Les pregunté si podía esperar y me dijeron que no esperara porque no sabían a qué hora iba a llegar. Pero lo esperé hasta las siete de la tarde. Pero no llegó. Después un señor que iba saliendo me dijo que el señor Meneses tenía el día libre y volvería al día siguiente. Al otro día compré el diario y de nuevo no salí en ninguna parte. Volví a donde está el diario y pregunté por él. Lo llamaron y después de como diez minutos bajó. Yo estaba muy nervioso. Él me saludó de mano y me contó que la noticia todavía no salía. Yo le dije que sabía que no salía porque había comprado el diario dos veces y no la había visto. El señor Meneses me contestó que iba a salir "en los próximos días". Eso me tranquilizó mucho. Cuando pasaron "los próximos días" y no salí ni en la página del horóscopo volví al diario, porque estaba muy intranquilo, estaba sumamente nervioso. El señor Meneses me invitó de nuevo a tomar café. Él se tomó una Coca Cola light y yo me tomé una Fanta normal. La señorita que atendía me miraba y me dio vergüenza, porque no andaba con mi mejor ropa. Andaba con las zapatillas rotas, escondía la más rota debajo de la menos rota. El señor Meneses me dijo entonces que no me preocupara, porque si ya no me habían hecho nada, entonces quería decir que se habían olvidado de mí. Yo le pregunté qué significaba para él que no me hicieran nada y él me dijo que eso significaba para él que no me hicieran daño. Yo le dije "no, señor Meneses, significa que no me han matado". Él bajó los ojos y no dijo nada. Después dijo que no conocía muy bien esa población donde vivía yo. Le pregunté si conocía alguna población y él me dijo que conocía varias, "de vista". Yo le dije que si no salía en el diario mi vida corría serio peligro y él me dijo que lo lamentaba mucho, pero que la noticia no iba a salir nunca porque "adentro se había conversado" y se había decidido que no era una gran noticia. Yo le pregunté qué significaba adentro y el señor Meneses me dijo los jefes. Yo estaba sumamente nervioso y le grité: "¡Usted no se la juega por mí, señor Meneses!". La Fanta se cayó el suelo; reconozco que me propasé. Entonces llegaron unas personas y me tomaron a la maleta por detrás y ese día terminé en la cárcel. Pero reconozco que en la comisaría dormí más tranquilo que en la calle. Pero al otro día me soltaron, porque llegó el señor Meneses y pagó la fianza. Yo le dije que le estaba muy agradecido y que él significaba mucho para mí. Él me dio las gracias, pero se le notaba en la mirada que estaba apurado. Miraba como para el lado, permanentemente. Por última vez le pregunté cuándo iba a salir la noticia y me dijo que iba a tratar de hacer un esfuerzo esa misma tarde. Me quedé conforme. Como a los cuatro días me pegué la cachá de que el señor Meneses valía callampa. En la población ya me tenían rodeado y esa vez me siguieron de a cuatro. No estoy mintiendo, no estoy inventando nada. No estoy loco, no soy perseguido. Juro que vi a los cuatro cuando de una esquina me apuntaron con el dedo. No sé cómo pude arrancarme de nuevo y llegar al diario, pero ahora no pregunté por él, sino que lo esperé a la salida. Lo agarré de la solapa y le dije "¡valí callampa, culiado!", pero no quise darle el corte porque me dio lástima. Ya me habían contado que no andaba bien, que en las noches padecía de insomnio y que estaba pasando por una sequía, decían por ahí, y eso que nunca lo vi tomando. Él quedó totalmente traumatizado con el ataque, pero no articuló palabra. Quedó medio groggy, le costaba respirar, en un momento me dio la impresión de que le iba a dar un infarto y de hecho le dio un infarto, parece... Ahora viene un problema macanudo, que tiene que ver con la historia del mundo. Según el punto de vista del señor Meneses, que es el que importa, porque a la larga va a ser el que me debería colocar en el sitial que me corresponde, yo esa tarde después de atacarlo me fui a una torre de alta tensión y amenacé con suicidarme si no salía mi noticia en el diario. Hay personas que dicen que vieron al señor Meneses debajo de la torre ordenándole a un hombre que me tomara fotos, y lo escucharon a él mismo haciendo promesas desde abajo, pero eran promesas vanas, promesas terrícolas, yo sabía, aunque en verdad no fue por eso que me electrocuté, porque yo no quería electrocutarme; fue la corriente la que me agarró y de un solo guaracazo me mandó cortina y ahí sí que la noticia apareció en el diario y hasta en los canales, logrando con ello el señor Meneses el propósito de que no me persiguieran más y de que mi nombre quedara registrado de los primeros como símbolo de las víctimas de la sociedad. Pero según el punto de vista mío, que es más complicado, porque a veces llego a dudar de mí mismo, yo ando todavía arrancando de la mafia, ando desesperado, mientras que el señor Meneses acaba de fallecer en la calle víctima de un infarto. Antes de morir se pasó la película de la vida, en la que el capítulo dedicado a mi caso ocupó, con suerte, unas 45 centésimas de segundo, no sé calcular. Esa habría sido entonces la historia del mundo escrita por el señor Meneses, por el chanta Meneses me dan ganas de decir, una historia al pedo, malo decirlo porque en el fondo todavía lo admiro y es más, lo idolatro, porque el señor Meneses fue consecuente y trató de jugársela, pero no se la pudo...

1 comentario:

Fortunata dijo...

Me gustó bastante esta variación

Besos para ti