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viernes, marzo 23, 2007

Tres variaciones sobre "El monje negro"

Variación III 
El confuso sueño del curadito Villalobos 
¡Eh, amigo, amigo!, despierta. Sí, tú; afírmate en mi brazo y levántate, que te llevo con tu padre. Voy altiro, señor, pero yo no tengo padre. ¿Por qué me mira con esos ojos tan dulces? ¿No quiere que siga durmiendo en el carretón? Tengo frío, señor. Déme algo, un poquito, usted sabe, tengo sed. Para una cañita, señor, que sea. Duermo mejor así, más calentito. ¡Vamos, hombre!, donde te llevo no necesitas vino, allí hay calor de sobra. ¿No necesito más vino, señor? ¡Cuánto me alivia escucharlo! Usted no sabe, no se imagina lo que es esto. Beber, esa necesidad de tomar, de estar al día, de mandarse una cañita. Es triste, señor, me desespera. Soy un esclavo. ¿Usted nunca se ha tomado un pencazo? Se ve que no, tiene cara de caballero, pero usted, ¿de qué época es?, ¿qué cara tiene? Me cuesta vérsela, es por la oscuridad de esta maldita calle, aquí los faroles están muy arriba, encima de los árboles; nosotros somos como las ratas, señor, dormimos en los rincones, adentro del carretón o echados en unas ramas. Estoy durmiendo, qué sueño más agradable, no siento la dureza de las tablas ni mi cuerpo recogido. Y Él me mira con esos ojos. Vamos, señor, donde usted diga, lléveme. ¡No, hombre, por Dios! Si no estás soñando. Esto es real. Mírame bien, tócame. Soy de carne y hueso. Vamos con tu padre. ¿A ver? ¡Así, eso!, ¡afírmate bien de mi brazo! ¡Ahora, arriba! ¡Eso es! Vamos despacio, lento, confía en mí. ¡Que cálido es su contacto, señor!, se parece usted a Nuestro Señor Jesucristo el de las fotos. ¡Las fotos de Cristo, ja, ja! Perdón, señor, me refería a la Iglesia, la cruz, esas cosas. ¿De dónde saqué eso de las fotos? Debe de ser porque vi una foto en el diario. Ahí salía usted arriba de un cemento, se parecía a una gruta que hay por Matucana. La gente siempre raya el cemento, señor, pero yo nunca lo hago. Yo obedezco a los patrones, hay que ser respetuoso de las autoridades. A mí me gusta tomarme unas copitas, usted sabe, pero yo no le hago mal a nadie. Todos los días le rezo a Dios y Dios se porta muy bien conmigo. Tengo de todo, nada más puedo pedir. Él me cuida y me da buena salud. Ahora usted me lleva, pero ¿dónde me lleva? No importa, vamos, yo lo sigo, altiro, altiro, altirante mi comandante, ya voy, espere un momento, déjeme levantarme. Me cuesta un poco, ¿no ve que estoy tratando de salir del carretón? Espéreme, no se vaya. Es muy chico, los hacen chicos ahora, cabe menos cartón que antes. Me acuerdo de que antes le echaba hasta cuarenta kilos. Ahora no me caben ni veinticinco. Vamos, amigo. Levántate rápido, que estás interfiriendo el tránsito, te quedaste dormido en la calle, estabas muy malito. Yo te ayudo, ven, afírmate de mi brazo, yo te llevo. Confía en mí, que hoy mismo estarás al lado de tu padre. ¡Qué alivio escucharlo, señor! No sabe usted cuánto bien me hacen sus palabras. Si pudiera... pero él no está, nunca estuvo, se fue temprano, me mandó a la calle. No era malo, me pegaba, sí, de vez en cuando. Casi todos los días, pero sería porque me portaba mal. Con el Gualo pasábamos llorando hasta que nos dieran pan. A veces pasaban tres días. Entonces él llegaba curadito y nos mandaba el combo. ¡Una vez trajo una colección de tapas de bebidas! Yo las guardé en un saquito de género. Mi mamita creyó que estaba robando porque tenía el saquito escondido. Pero yo nunca he robado, señor. Una vez me acusaron de ladrón y me llevaron preso, pero nunca robé, ¿usted me cree, señor, verdad? No me culpe, por favor, si yo no hago nada malo; no me lleve preso, si este carretoncito es mío, me lo regaló el señor Faúndez, el de la tintorería. No me deje sin el carretoncito, que después cuesta mucho empezar. ¿Me está sacando para llevarse el carretón? No me tire al suelo tan fuerte, señor, usted tiene cara de bueno. Yo no soy malo. Lléveme con usted donde dice que vamos, yo lo sigo. Voy altiro, espere, déjeme levantarme. Tiene sandalias en los pies, se parece al Cristo de las fotos. ¡Bah, volví a decirlo!, pero usted ya sabe lo que quiero decir con eso. Es lo del cemento, créame, lo dije sin mala intención. No me vaya a pegar, que me da miedo. No me pegue, por favor, lo que pasa es que tengo un poquito de hambre. Y la boca se me arruga, la lengua es una esponja seca, me da por tiritar. Me da miedo, señor, me da miedo, no me deje. Se lo suplico. Una cañita, por el amor de Dios. Ahí quedo bien. No me lleve, déjeme aquí, mire que tengo que ir a enterrar al Gualo. Voy a tener que dejar guardado el carretón para que no me lo roben. A veces he visto carretones en los cementerios, a lo mejor puedo llevarlo; ojalá que los vendedores de agua no me confundan. Me pueden dar una paliza, mejor lo escondo o se lo dejo encargado al señor Faúndez, pero está tan lejos. No te preocupes de eso, amigo, que donde vamos no necesitas carretón. Hoy estarás con tu padre y con tu hermano y serás feliz, verás que sí. ¡Podrás conocer la gran verdad! ¡Volverás al Verbo! Iremos juntos, yo te llevaré. Primero no verás nada porque todo estará oscuro, luego sentirás una voz agradable, luego verás la luz. Ya no importa que interrumpas el tránsito. Los vehículos ahora te respetan pero tú no los notas, recién no te respetaron y te pasaron a llevar pero ahora todos pasan lentamente a tu lado y te miran. Tú siempre has sido así, ya no tienes remedio, mejor sería que te hubiera reventado un camión, no eres hijo de nadie, eres mala yerba, estás condenado al infierno, necesitas un pencazo, tienes sed y deliras, crees que has visto a Cristo y soy yo. Cristo soy yo, mírame. Éste es Cristo. Soy tu padre. ¿Estás llorando? ¿Quieres pan? ¡Toma, come, come, come! ¡Come pan, ahí tienes pan! No te dejes engañar, amigo, no tengas miedo, estoy contigo. Ésta es la oscuridad de la que te hablé, pero ya viene la luz, no estás solo, estás conmigo. ¡Gracias, señor!, no se vaya, tengo miedo. No estás solo, estás conmigo. No puedo salir del carretón, perdóneme usted, estoy tan malito. Ven, yo te ayudo, afírmate de mi brazo. Tiene cara de árabe, pero no se la veo muy bien, es como la cara de las fotos, ¿conoce usted la gruta cerca de Matucana? Cuidado, que resbalas, las ruedas del carretón nos están jugando una mala pasada. Una cañita del litriado no más, señor patroncito, aunque sea ese que se junta de los restos. No, hombre, ya está bueno, ya terminaste, ya no tomas más. Me haría bien para el frío. No has podido con el vicio. Un sanguchito de mortadela. Elévate conmigo, vamos ascendiendo, ya no importa que te sueltes porque no puedes regresar. No quiero bajar, me siento bien. ¡Qué lindo es esto! Es un paraíso de la paz, qué bien se duerme aquí, en este colchoncito de hojas. Es mejor que el carretón que me robaron, más calentito. ¿Y qué voy a hacer ahora que no tengo carretón? ¿Y quién es este hombre que se empeña en despertarme? Tiene cara de santo. Me va a robar los zapatos, ji ji ji. Me los está robando, también los calcetines. ¿Y de qué le sirven, si están llenos de papas? Qué oscuridad más grande, Dios mío, tengo miedo, parece un viaje. Me sube a una camioneta. Ahora me saca los pantalones, las poleras, las camisas y las chombas. Las paredes son de gelatina, unas manos me quieren agarrar, me tiran a un pozo, hay alimañas. Caigo al fango, me hundo. ¡Ayúdame, señor, no me dejes! Aquí estás, qué bien. Estoy contigo, te lo dije, vendría esto. Estoy bien, lo miro desde arriba. Hay una mesa blanca. Hacen andar una sierra. ¿Qué le hacen a ese hombre? Le cortan la cabeza, lo abren de arriba abajo. ¿Qué ves ahora? Allá está el Gualo, está más joven pero está igualito, señor, allá está el papá. Gracias, señor, allá veo la luz. No se preocupe, me levanto altiro, voy donde me diga. Estoy medio enrollado, déme su brazo y salgo. Cuesta un poquito, tenga paciencia...

1 comentario:

Anónimo dijo...

huuuuuuuuuuuuuu...........huuuuuuuuuuu...........huuuuuuuuuuuuu Salir por las noches se está volviendo peligroso, se encuentra una con cada cosa......