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lunes, abril 30, 2007

El marciano que salía de la estación

Ulises Pereira iba a reportear el Rodeo de Carabineros, turno de sábado, nota dos abajo, modorra en el radiotaxi, cuando vio a un marciano saliendo de la Estación Mapocho. Lo llevaban de la mano dos señoras con una niñita y los cuatro eran seguidos por una multitud de curiosos.
¿Será arriesgado cambiar de tema sin autorización del jefe?, pensó durante un segundo y decidió que de todas maneras había que tomar la iniciativa, pues lo contrario equivalía a traicionar la profesión. De modo que le ordenó al conductor que estacionara y bajó del auto con su libreta de apuntes y su grabadora. El marciano enfilaba por calle Puente en dirección al Paseo Ahumada. Corrió y detuvo a las dos señoras.
-Las Últimas Noticias -les dijo, más bien las conminó ("es insólito que el solo hecho de pertenecer a un medio de comunicación equivalga a un derecho a meterse en la vida privada de cualquiera", pensó durante una fracción de segundo).
-Ah... ¿qué?, ¿del diario? -preguntó la señora más joven. Pereira asintió con la cabeza y continuó el interrogatorio.
-Abuela, madre e hija, supongo.
-Sí -confirmó la mujer.
-Más el marciano.
Las tres rieron, no así el marciano, que tenía la mirada fija en las ventanas de los edificios.
-Lo encontramos hace dos días -dijo la mujer.
-¿Dónde estaba?
(La multitud se agolpaba detrás de las mujeres. Algunos niños querían tocar al marciano, pero sus mamás se lo prohibían).
-En la plaza de la villa Los Arcos, en el paradero 23 de Vicuña Mackenna.
-Ah, ¿son de la villa Los Arcos?
-Sí. Nos cambiamos hace poco.
-¿Cómo está el sector?
-Bien bueno, tranquilo.
-¿Y qué estaba haciendo el marciano?
-Estaba en el pasto. Tenía hambre. Parece que lo dejaron abandonado. Quién sabe.
-¿De qué se alimenta el marciano?
-¡Lo que más le gusta es el maní salado! -intervino la niña, que lo acariciaba sin miedo, sintiéndose dueña del ser.
-¿Se le podrá entrevistar?
-No dice nada, mira no más -respondió la mamá.
-¡Y come harto! -agregó la niña- ¡Come más que un perro!
-¡Shhh! ¡Isabel! ¡Eso no se dice!
-Pero... por ejemplo... (no se le ocurría la pregunta)... ¿le gusta dormir al marciano?
-Duerme en el sofá -dijo la mamá-. El primer día no nos atrevíamos a entrarlo y lo dejamos amarrado en el patio. Pero ayer lo entramos y lo acostamos en el sofá.
-Le pusimos una mantita -dijo la niña.
-¿Cómo se llama?
-Piti Piti.
-¿Dispara rayos?
-Le hicimos un tiro al blanco y le hicimos que hiciera con la mano, pero no hizo nada.
-¿Y tú, cómo te llamas?
-Isabel Valenzuela, pero me dicen Chabi.
-¿Y usted, señora?
-Mabel Pastene.
-¿Y cómo le dicen?
-¿Eh?... Mabel.
-¿Y la abuelita?
-María Díaz. Me dicen Mari, ja ja.
-Tres apellidos diferentes para la madre, la hija y la nieta.
-Así es.
-¿Qué van a hacer con el marciano?
-Supongo que vamos a tener que llevarlo a un ministerio, para que lo estudien.
-¡No, mamá! ¡Me dijiste que se podía quedar!
-No, hija. Es importante. Yo creo que hay que donarlo a la ciencia.
-Pero lo podrían vender, porque ustedes se lo encontraron. Le podrían sacar un buen precio.
-Ah, sí, también puede ser... pero ¿no será un delito?
-No sé... no creo.
-Estamos encariñadas con él. Yo no lo vendería -argumentó por primera vez la abuela.
-¿Qué siente hacia él, señora?
-Siento mucho cariño. Me da pena... pobrecito. A lo mejor está perdido.
-Se emocionó.
-Es que...
-Mi abuelita no quería traerlo al centro.
-¿No ve que...?
-No llore, señora. No es para tanto.
-Es que a lo mejor...
-Ya, mamá. Quédese tranquilita.
-Se emocionó.
-Mami, ¿vamos al Metro para que Piti Piti lo conozca?
-Bueno, hija. Si nos disculpa...
-Cómo no. Buena suerte. ¡Chao, Chabi!
-Hasta luego.
Así fue como tras cubrir el rodeo Ulises Pereira llegó con dos temas al diario, uno de ellos exclusivo. Evidentemente la noticia del marciano se anunció en la primera página y causó bastante revuelo, durante varios días, pero ha de analizarse enseguida con más detalle este hecho.
Pasó que los canales de televisión aprovecharon la nota del periódico y la hicieron suya. El primer día emitieron despachos en directo desde la casa de la villa Los Arcos y por la noche la imagen del marciano encabezó los principales noticieros. Varias periodistas intentaron hacerlo hablar pero el marciano no abrió la boca. Se le invitó a dos programas estelares, uno de ellos conducido por Pedro Carcuro y el otro por Luis Jara, y en ambos fue muy aplaudido. Científicos determinaron que efectivamente se trataba de un marciano, por lo que una de las grandes dudas de la humanidad quedó despejada en un segundo: hay vida inteligente más allá de la tierra.
Luego sobrevino una polémica centrada en la propiedad del marciano, que acabó el día en que el Instituto de Chile, merced a una orden judicial, lo retiró del hogar de la villa Los Arcos para donarlo a los Estados Unidos. María, Mabel e Isabel se quedaron sin mascota pero a cambio fueron premiadas con un viaje a Estados Unidos, que incluyó cinco días en Orlando con entradas a Disneyworld, Estudios Universal y Estudios MGM.
De esta noticia han pasado dos meses y la conclusión que ha sacado Pereira es desalentadora: el marciano sale cada vez menos en los diarios pero a nadie le importa un comino, bledo o rábano. Tuvo sus quince minutos de fama y ya pasaron. Ahora las cosas que interesan son otras. Hace unos días la comprobación de esa realidad obsesionó a tal punto al periodista que apenas se metía a un bar buscaba parroquianos solos para actualizar el tema e increparlos por su falta de interés. Algunos le concedían la razón hasta que uno lo frenó en seco.
-Hay vida en Marte. ¿Y qué?
Ulises Pereira se dejó pensando.
Discurrió que como todo organismo, las noticias comprenden cuatro fases: nacimiento, desarrollo, madurez y muerte. También pensó que el hombre y el mundo se van nutriendo día a día de novedades. Pero esos argumentos no lo confortaban, porque eran aplicables a fenómenos ordinarios, no extraordinarios. Ahora que está sentado en su escritorio piensa que las verdaderas preguntas estarían siendo: ¿Por qué es importante que se haya descubierto vida más allá de la tierra y por qué es dramático que ya a nadie le importe? Incluso, si simplificara le daría: ¿es importante que haya vida? O aun: ¿hay vida? Le desespera la respuesta que no surge. Sabe que alguien escribió ‘‘pienso, luego existo’’, pero a él no le parece suficiente. ¡Hay un ser de otro planeta y ahora los únicos interesados en él son un par de científicos que le están estudiando el ADN! Es lo mismo que le sucede cuando entra a la librería y ve que todos pasan frente a las obras completas de Lord Byron como si nada. Entonces se pregunta: ¿Qué es el hombre? ¿Un gusano de hábitos refinados o un fenómeno sociológico?
"Y pensar que me estoy tomando este caldo de cabeza por un marciano tal por cual", sentencia ante la pantalla del computador, con una sonrisa áspera en los labios.

3 comentarios:

Thérèse Bovary dijo...

Dr. Vicious, es usted verdaderamente incorregible. Todo perfecto, correctito, ninguna salida de madre hasta el último minuto, las últimas líneas... Me he reído mucho con la historia, y me gusta que Ulises Pereira esté reaccionando con humor.

Muy entretenida la historia.

Hasta pronto Dr. Vicious.
Su lectora asidua

Anónimo dijo...

Es muy divertida la historia. Marcianos en Santiago hay más de los que uno cree, se lo aseguro, Dr. Vicious.

mentecato dijo...

Buena historia, hombre lobo. He leído otras y me han atrapado.

Un abrazo.