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martes, marzo 04, 2008

Una vaga inquietud

Un día soleado. La luz les llega suavemente, casi atardece. Antes de bajar a la laguna, Vargas se cerciora de que todo marche bien. Revisa sus papeles, vuelve la vista atrás, le toma la mano a su mujer. Efectivamente, todo marcha bien. No falta nada.
Está llegando su hora, aquella que todo mortal consciente espera desde que tiene uso de razón.
Hoy es su día de suerte. Nunca se le había pasado por la cabeza que el acto de morir fuese tan dulce: un atardecer a orillas de una laguna que no se parece en nada a la tenebrosa Estigia, una mujer, la suya, acompañándolo en el trance. La vestimenta, impecable. La barba, rasurada. Agua de colonia en la solapa.
Bajan a la laguna y caminan por su ribera urbanizada. Árboles podados y faroles les van abriendo el paso. A estas alturas, es muy poco lo que resta conversar.
-¿Estás bien?, le pregunta su mujer.
-Sí, me siento bien.
-¿Estás preparado?
-Sí. Ahora sólo me queda esperar.
La muerte no aparece. El aviso no se concreta. No hay forma de saber el modo en que llegará. Desde el punto de vista romántico, Vargas tendría que haber expirado en el momento anterior, pero ambos siguen sentados en el escaño que da a las quietas aguas.
Revisa mentalmente sus asuntos. Todo está solucionado. Le asalta entonces una leve duda, que crece con esa sutileza propia de los crepúsculos provincianos. "Mi hijo -piensa-, qué será de él, mi pobre hijo desolado y frágil, inmerso en un mundo tan complejo, sin mí para apoyarlo". Siente por vez primera que quizás emprende este viaje con demasiada anticipación, siente que pudiese haber algo de egoísmo en esta muerte dulce que el destino ha dispuesto para él.
Pero aunque quisiera cambiar las cosas, los dados ya fueron echados. No les queda más que esperar, ignorantes del vestido que cubrirá a La Figura al momento de las presentaciones.
Por la cuesta sur aparece una camioneta destartalada. El rechinar de fierros y los estallidos del motor sugieren un desperfecto técnico.

2 comentarios:

Fortunata dijo...

En este orden
Te beso y te leo
Y luego
vuelvo a besarte
y a leerte

mentecato dijo...

Creo en sus posiblidades letrísticas de escribir una estupenda novela.

Un abrazo.