A Liliana Cádiz
Dulce abrazo de mujer
El más dulce del canto de cisne que es la vida
Momento eterno, materia exhausta
Pidiendo amor
Entregada a lo que disponga el Orco, rendida
Suplicante, transfiriendo sensaciones
Sin máscara y sin asomo de vergüenza
Goza el instante, Madre Tierra
Tal vez no haya otro
El átomo hace las maletas
Abraza con tus manos, tus brazos y tu cuerpo entero
Y con el rostro pegado al pecho de tu amado
Tu amado que se fue
El fantasma redivivo
Los niños abrazan y corren
La amante abraza, estruja y se va
Liliana abraza
Quisiera que su tiempo terminara allí
Que el tiempo nunca terminara
El fin del tiempo se abrasará en el amor
Dulce tormento, amarga piedad
Mi nombre no tiene importancia, mi edad tampoco. Sólo diré que mi título de Vicioso y Hombre Malo me fue conferido, tras estudiar la vida entera en su academia, por una milenaria formalidad ideada naturalmente por los hombres. Y que si de algo soy testigo es de un derrumbe moral que me ataca por todos los flancos y me obliga a sumarme a él, en el entendido de que la verdad no es otra cosa que aquello que todos tratan de ocultar.
1 comentario:
Bellisimo poema.... me encanta esta nueva faceta tuya
Besos de ojos, alas y plumas, de noches en velas y albas traicioneras
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