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viernes, octubre 02, 2009

El trino

Un pájaro de color grisáceo, cuyo nombre no podría precisar, gorjeaba insistentemente desde la rama del arbusto. El arbusto miraba hacia el mar desde la loma nortina. Había un cielo despejado, un sol esplendoroso; no corría ni siquiera brisa y la tierra gredosa, normalmente árida, verdeaba después de la lluvia; incluso asomaban flores moradas cuyos mantos tomaban a lo lejos tintes plateados. El golpe de las olas contra los roqueríos llegaba como un rumor difuso, un fondo de suave gravedad.
El ambiente era un cruce de trinos entre los que de pronto se colaba el paso de un moscardón, dejando la estela de su característico zumbido.
El primer trino del ave en cuestión se asemejaba a un toque de trompeta con sordina. Remataba con cuatro notas cortantes, que al cantarlas lo obligaban a abrir el pico y echar su cuello hacia atrás. Era un pájaro que cabía en la palma de la mano.
¿Qué buscaba transmitir con su canto? ¿Se trataba de un macho que llamaba a su hembra o de un ejemplar que le cantaba a la vida? Era evidente que, en su caso, no andaba en busca de alimento.
Ah, el canto a la vida, una frase tan gastada.
De vez en cuando volaba de un arbusto a otro. Entonces volvía a su gorjeo: un llamado largo y agudo; cuatro notas cortantes.
Nadie iba hacia él, ningún otro ejemplar se declaraba afín a ese canto. Otros cantos, otros trinos se mezclaban con el suyo. Cada uno trasladaba un mensaje simple hacia un destino secreto.
Bordeaba riesgosamente los roqueríos un bote con seis pescadores que se bamboleaba y desaparecía por trechos, ya la proa, ya la popa, ya un costado o el otro. El mar no estaba en calma, como parecía desde lejos: lo delataba ese vaivén. Dentro del bote había movimiento, tal vez gritos que no llegaban, no interrumpían el canto del pájaro grisáceo. Un hombre cayó al agua, no se escuchó el chapuzón.
Nadie le arrojó un salvavidas; los pescadores remaron mar adentro, dentro de una especie de lejano filme sin sonido, y en su arbusto el ave continuó trinando.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Por qué actuaron así los pescadores, indiferentes a la suerte de su compañero?
El pájaro ajeno sigue su canto...bella descripción en el comienzo.

Besos,besos