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viernes, noviembre 20, 2009

Chile, esa larga y angosta faja de tierra de Arica a Magallanes

Esta introducción, leída hoy, tiene sentido; el tiempo la tornará ininteligible.
Don Eduardo Frei Ruiz-Tagle dice ser Chile y cada uno de los seguidores que aparecen en su propaganda -pagados o no- también. ¿Por qué no habríamos de creerle al señor Frei? ¿Por qué esa insistencia en tratarlo de "fome", de rebajarlo, de asegurar que ya nada puede ofrecerle al país? Don Sebastián Piñera también es Chile; él lo dice de otro modo, pero la mayoría, al igual que sucede con Don Eduardo, no le cree. Es más, la mayoría lo ataca con saña, lo trata de "empresario" y eso quiere decir esquilmador, y los rostros que lo escrutan se refocilan cuando es descubierto en alguna debilidad, como si la debilidad ocultara algo intencionadamente malo.
¿Por qué nos alegran las debilidades de los demás? ¿Es delito ser empresario? ¿No fue el señor Frei un empresario; no lo fue el otro candidato, Marco Enríquez-Ominami? Uno más grande que los otros, pero empresarios al fin y al cabo. Debieran clasificarse, en justicia, como excelente empresario, buen empresario, pequeño empresario. Aun más, si un excelente empresario, no éste sino cualquiera, se dedica a servir al país antes que a ganar dinero, ¿por qué eso habría de ser motivo de desconfianza? ¿No sería más lógico pensar al revés, o sea, que un mal empresario se dedicara a servir al país? ¿No habría allí motivos para pensar que desea enriquecerse a costa de la política? Porque, la verdad, no me imagino cuánto más dinero podría ganar el señor Piñera si es Presidente de Chile.
Del señor Arrate no voy a escribir nada negativo tampoco, salvo recordar ese famoso dicho que alude al infierno y a las buenas intenciones. Pero el señor Arrate, en sí mismo, me parece que es una persona encantadora, con la que me gustaría compartir otra vez una cena. Compartí hace años una cena con él y me quedó la impresión de que es de esas personas con las cuales uno, sin mayor justificación, no teme confesarse. ¿Por qué nadie lo ataca? Porque en Chile no se gasta pólvora en gallinazos, porque los perdedores caen bien; porque cuando el equipo chico va ganando todo el estadio está con él, y hasta se habla de heroísmo en las graderías.
Chile es una larga y angosta y agregaría desconfiada faja de tierra. Aquí a eso le llaman chaqueteo. Quiere decir que cuando alguien sube en la escala de la popularidad, lo tiran de la chaqueta y baja; lo chaquetean. En Chile prima la envidia. La envidia prima cuando no existe verdadera justicia. Si los chilenos estuviéramos conformes con lo que somos, con las oportunidades que se nos han dado, si comprobáramos día a día que todos somos tratados de la misma forma y que al esfuerzo incluso más humilde le llega su recompensa, entonces no seríamos chaqueteros. Pero como no es así, lo somos. La razón de esta conducta es que en los países jóvenes como el nuestro se debe escarbar muy poco bajo la tierra para que aparezcan los esqueletos de las víctimas que generaron la riqueza de los millonarios. De allí la desconfianza, el chaqueteo.
De modo que con toda propiedad Chile es Frei, Chile es Piñera, Chile es Marco Enríquez-Ominami, Chile es Arrate y ¿por qué no? Chile también soy yo, con mis mejores virtudes y mis peores defectos.
Chile es constante. Voy, día a día, construyendo casi nada, edificando pequeños castillos de naipes que no miran a ninguna parte. Me rijo por dos o tres ideas, de ahí no me muevo, con ellas vivo, de ellas me alimento hasta que vienen dos, tres más.
Es honrado, como lo puedo ser yo, dentro de todo; mintiendo algo, robando a veces (casi nunca), traicionando como traiciona el hombre y a pesar, dentro de todo, en el fondo, diría honrado.
Chile tiene algo de hermético. En Chile no hay huracanes ni tornados; los golpes vienen de adentro. Dentro de mí corre un torrente enfurecido de emociones, las mismas que tratan de definir los libros, emociones que se precipitan al mundo a través de la boca, de los dedos, de la mirada, emociones que nacieron, se fueron y volvieron a entrar al instante, transformadas, rejuvenecidas y gastadas; intuyo las mismas en el lustrabotas que me limpia los zapatos cada mañana y que padece de hernia. Una vecina lo sube y lo baja a grito pelado, delante de todos, porque no se ha puesto la faja que le indicó. Él agacha la cabeza y me sigue lustrando. Cuando se va, lanza un suspiro y no sé bien si quiere matarla o lamentarse de su destino.
Se apropia de Chile el miedo. Hay razones de sobra para tener miedo. Están los mencionados azotes de la naturaleza, están las revueltas de los hombres, están los vaivenes del mundo. Mi horizonte ha sido el miedo, cada mañana lo miro a lo lejos. Si duerme detrás de la cordillera hecho una cagarruta, respiro tranquilo y salgo a la calle a vivir la vida; si las nubes lo bajan a la tierra y me lo acercan, tiemblo de espanto. El miedo se apropia de los países cuando en éstos rige la abundancia. Los pueblos ricos son pueblos de poca fe y Chile está perdiendo la fe. El causante del miedo es la riqueza. El antídoto del miedo es la fe. La religión no es, como se dice, el opio de los pueblos. La religión es el sostén y la esperanza de la fragilidad humana.
¿Sigue Chile siendo provinciano? Claro que sí.
De niño me miraba en Santiago: llegué a Santiago. Entonces me miré en Nueva York: nunca he ido a Nueva York, parece título de canción.

Chile nunca ha estado en Nueva York
Pero vendería su alma por unos diitas
Para llegar cantando
Que estuvo en Nueva York
Que los rascacielos eran casi tan altos
Como la Cordillera de los Andes
Y que Broadway, el Metropolitan Opera House
La Estatua de la libertad, el hoyo de las Torres Gemelas
El clarinete de Woody Allen, Studio 54
La Calle 42, la Quinta Avenida, el Central Park
El edificio Dakota donde asesinaron a John Lennon
El Empire State Building, el Carnegie Hall, el British Museum
No, el British Museum está en Londres
Pero igual puede pasar como que estaba en Nueva York
Llegaría Chile cantando, tan feliz, que todas esas maravillas
Son

Todo eso lo sé, y aun así me empeño, me rompo los nudillos, me excito.
Mediocre es Chile, ahí sí que estaría en el mismísimo centro de la lista.
Los genios no son chilenos, son universales. Mi país es el mundo.
Vengo del sur de Río Grande... ¡qué verde era mi valle!
No, los genios viven exiliados en sus cuatro paredes. Los genios, ya lo dije alguna vez, son como los locos: no los soportamos más de cinco minutos.
A nosotros, los verdaderos chilenos, dennos a Elisa, Morandé con Compañía, Carnes Morandé, el Conde Vrolok, la Madrastra, las putas argentinas, Los Buenos Muchachos, Raúl Correa y Familia, la Piccola Italia, La Cuca, la Kmasu de la tía Mané, Larry Moe, Alberto Plaza, el Mall Plaza, Raúl Nosecuánto está aprendiendo inglés, se quema los ojos aprendiendo inglés, ¡y los moteles con cajitas de fósforos!, sin olvidar el consabido espejo que refleja las carnes flácidas que huelen a parrillada y amor eterno, carne mediocre, poto plano, pico chico... y sin embargo se mueve.
La lista es tan enorme. Imagínense, de Arica a Magallanes, pasando por el desierto de Atacama con su Valle de la luna y sus géiseres del Tatio, encanto sin igual, medios aporreados andan ahora los pobres... pero Julito lo dijo mejor en la Segunda Teletón, la del año 79, dijo:

... Desde Arica
Y después ver a Copiapó
Y viene el norte verde
Y viene Viña y la República de Valparaíso
Y viene Aconcagua con sus valles
Y viene la gran ciudad
¡La selva de cemento que es Santiago!
Y viene la manta colchagüina, como le llamo yo al sur de Rancagua, Talca, Curicó
Para llegar al cordón umbilical de las industrias
Donde hay carbón, donde hay loza
Que es Concepción
Y después seguimos con los árboles
Seguimos con los álamos
Seguimos con los bosques
Seguimos con los volcanes nevados
Seguimos con Osorno
Con Valdivia, donde la luna se baña desnuda
Seguimos por Temuco, mi tierra
(Aplausos)
Donde hay un sendero de copihues que llevan al Ñielol
Y seguimos por allá hasta Punta Arenas
Que nos brinda el calor que contrasta
Con la frialdad que le dio la naturaleza
Porque esa ciudad, que podría ser fría, es tremendamente calurosa
Y seguimos hacia Coyhaique
Y seguimos navegando por el mar de Drake
Y llegamos a esas islas que son nuestras
(Aplausos, vítores)
Que significan patria...
(Aplausos, la gente se levanta de sus asientos)

Bah, pensé que había hablado más, no dijo nada de Copiapó ni del sufrido minero ni del Valle de Elqui con su misterio esotérico. Cómo se le pudo olvidar a Julito ese mar que tranquilo te baña, nada que ver con el mar de Drake, y al no incluirlo en su discurso privó de inmortalidad a los sufridos pescadores, a Rolando Alarcón, al minero de Lota, a Sub terra, a Baldomero Lillo, al Cabeza de cobre, al Hijo de ladrón y a la caleta de Maitencillo el día domingo en la mañana, bullente de figuras del mundo del espectáculo y la política. No habló de los cerros de Valparaíso, el cerro Alegre, el cerro Concepción, ¡Lukas y su humorismo señorial!, los ascensores, el reloj de flores de Viña del Mar, el festival internacional de la canción, el traje metálico de Raquel Argandoña, no dijo una sola palabra del Chile pujante, del Hombre Nuevo, de los ingleses de Sudamérica.
La lista es larga, les decía. Se los anticipé.
El rodeo de Rancagua, el aguardiente de Doñihue, el salto del Laja, los indios de Temuco, la zona de los lagos, el indio pícaro, los palafitos de Chiloé, las acuarelas de Pacheco Altamirano, el Festival de coros del magisterio, las torres del Paine, Magallanes... Magallanes... y el territorio antártico. Y puros chilenos metidos adentro.
¡Cáfila de mediocres!
27 mil ombligos.
Así me desprecio y así me quiero. No existe otro sueño ni otra tierra; Perú no es el paraíso. Brasil no es el paraíso. ¿Cancún? Cancún podría ser por unos días, sin el ciclón Eduvigis ni menos el Rosamel.
Me quiero igual como se quieren los judíos, casi con ese mismo sentimiento de culpa, de ansiedad, de estrechez, de ridícula derrota, de eternos terceros lugares, de clasificaciones con calculadora y de triunfos enanos.
¡Oh Plaza Italia! ¡Qué falta que me hacés! Recíbeme una noche en tus brazos, una sola bastaría; endulza mi vida, convénceme de que nada es como lo pensé. ¡Déjame ser! Quiero matar, vomitar mi ombligo, quiero vomitar las torres del Paine aunque sea una vez cada siete años, como fluye la vida.
Ayer entré a mi oficina y amé lo que vi, mis compañeros de ruta. Se fue uno, llegó otro. El amigo Bigote ya se fue, después me tocará a mí. Me voy yo y Chile se va conmigo, así de simple. Cagaron todos. El día que yo deje de ser mediocre, Chile dejará de ser mediocre. Surgirán las oscuras golondrinas y alumbrarán los cielos, susurrarán sus voces no me olvides no me olvides yo también yo también yo también, millones de yo también armando una telaraña en los cielos; levantarán sus alas fantasmales de los escondrijos clandestinos; el buen campesino que durante una borrachera mató a su mejor amigo a hachazos en un arranque de celos desenterrará los huesos de Gabriela Mistral y bailará con ella a la fuerza, ya que Lucila se resistirá, no querrá ni tocar al hombre; el auxiliar de Tur Bus, ese muchacho flaco y moreno que nos controla los boletos, ese se alzará para destronar a Pablo Neruda; y por qué no, la Claudia y la Paty le echarán en cara a la Violeta el desaseo en que vive y terminarán las tres en la cama, tomando café con torta de frutilla y entonando parabienes ante la tierna mirada de Luis Urrutia O'Nell, Chomsky. Qué dirán los escondrijos, los ángulos remotos del salón y qué dirán las termitas, la larva que se asoma, qué pasará con las termitas.

Dentro de mí reposa el germen de la grandeza
Se alimenta de mediocridad
Y como dice el tango que pedimos prestado

Tan tan

3 comentarios:

Anónimo dijo...

!!!Bello Chile!!!....Un día de estos me bañaré en tu mediocridad y tu grandeza

mentecato dijo...

Querido doc:

De Chile lo único que deseo en este momento es la plaza de mi pueblo natal: sentarme allí y que el gordo Marchant regrese desde el fondo de los tiempos y, en la radio lugareña, inicie su programa de los mejores del rock de los 50-60 (Perry Como, Brenda Lee, Elvis Presley, Timi Yuro, Connie Francis, The Diamonds, Los cuatro ases, Little Richard, Los Platters, Pat Boone, Fat Domino, The Chordettes, Dean Martin, Bobby Vee, F. Avalon, Paul Anka, etc.).

Y la alemancita Treuer se siente a mi lado (porque ya somos pareja), y me bese, y me prometa que 'siempre estaremos juntos' (los muchachos envidiarán mi suerte amorosa). A la mañana siguiente en el liceo, ella se sentará en el pupitre aledaño y escribirá en una hoja de matemáticas: "Te amo".

Todo demás del universo es "harina de otro costal". Y no me importa.

Un abrazo, doc.

mentecato dijo...

Debí decir al final :"Todo lo demás del universo..."