De pronto, todas las cosas del mundo evidencian estar mal. Las llaves gotean, las economías tiemblan, los jóvenes protestan, los políticos pierden la razón, los reguladores no entran en los balones de gas de las estufas, los cordones se desabrochan de los zapatos en medio de la calle, los esposos se hacen pillerías, los médicos se enferman, desaparece la comida en África, fallan los motores de los autos, los payasos no hacen reír, el Sol amenaza a la Tierra, los amantes no se encuentran, los ricos acumulan sus riquezas y los gatos se mean en los cojines.
Todo se sabía, no había necesidad de aviso. Era cosa de abrir los ojos.
Vienen grandes cambios, es una época de cambios.
Todos saldremos perdiendo. El mundo será un poco peor que antes y así podremos seguir viviendo en relativa calma.
Mi nombre no tiene importancia, mi edad tampoco. Sólo diré que mi título de Vicioso y Hombre Malo me fue conferido, tras estudiar la vida entera en su academia, por una milenaria formalidad ideada naturalmente por los hombres. Y que si de algo soy testigo es de un derrumbe moral que me ataca por todos los flancos y me obliga a sumarme a él, en el entendido de que la verdad no es otra cosa que aquello que todos tratan de ocultar.
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2 comentarios:
Yo también tengo la impresión de que todos saldremos perdiendo.
Un abrazo
¿Qué pasó del texto anterior?
La evidencia no es suficiente.
Ya ves?, paso. Es evidente.
Besos
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