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jueves, mayo 10, 2012

La solución final

Consistiría la solución final en qué. Si los viejos pueblos sabios se dejan gobernar por reyes, ridículo sistema basado en claves intrincadas que no se sostienen en una asamblea de humanos dedicados a pensar, profesionales de la razón. Si los nuevos pueblos sabios se adscriben a la vieja democracia de Pericles reformada. Y si pueblos nuevos y viejos no saben qué hacer con las nuevas doctrinas que les retuercen el pescuezo hasta dejarlos palpitantes de agonía. Entonces cuál sería.
La Biblia lo dijo a la pasada. Vivieron en un país de animales, donde todos los días son los mismos, andaban desnudos y se aguantaban el hambre como todos, nadie se comía al otro salvo el tigre y el espíritu era blanco, no andaba reparando en los defectos. En el fondo lo advirtieron las religiones todas. El Popol Vuh habló del animal que no fue capaz de enhebrar palabra y del hombre de madera y así. El hombre matará a su hermano, Cronos devorará a sus hijos, la serpiente rondará en torno al árbol prohibido y un gran diluvio los mojará a todos, por decir lo menos. Pero ha corrido agua bajo el puente. Antes la ciencia no había traspasado el umbral; ahora va en el primer escalón.
Los visionarios idearon un mundo de robots, pero como buenos visionarios fallaron en la forma y en el fondo la forma lo es todo, de tal manera que sus profecías se nos antojan antiguas, pasadas de moda, divertidas. Máquinas a la luna impulsadas por vapor, autos voladores sobre torres puntiagudas, el mundo encapsulado y el hombre sobre su hermano y bajo su hermano y bajo ese hermano un montón de niños naciendo bajo una masa de carne humana por falta de espacio, y todos pidiendo agua y pan.
Hoy bastaría una mínima incisión de nacimiento, inadvertida, para volver a los tiempos de la Biblia. Gobernaría la Tierra una asamblea de hombres buenos, nadie vería gente marchando por las calles y el mundo estaría plagado de gente feliz; ni siquiera sería necesaria la cerveza. Los pensadores mermarían y se volvería al inicio finalmente.
La Biblia, la palabra maldita. Habría que acabar de entrada con toda religión. No es que la religión sea mala; al contrario, está plagada de buenas intenciones, como el camino al infierno. Mas, ¿qué se puede hacer con ella si fue creada por los hombres, y los hombres apetecen? ¿Puede ser Dios entero bueno si nosotros, que lo creamos a nuestra semejanza, no lo somos? Entonces las Cruzadas, las Torres Gemelas.
Detrás de los libros sagrados y detrás del hombre, Dios.
Hablaron las teorías, habló Marx, Hocke y Leviatán. Habló el trabajo de la tierra, la revolución industrial, Hiroshima y Nagasaki, y el hombre no consigue solución final.
Que no se hable de cuerpo, estómago, sangre, sexo, ojo, carne, alma y pensamiento, de eso ya se ha hablado demasiado.
¿Es la solución final el hombre acomodado? ¿O es el hombre perennemente hambriento? ¿Si fuésemos como el animal tonto que no enhebra palabra no seríamos mejores, más equilibrados, siempre iguales, peleando a lo más por una vaca muerta?
No pidamos lo que no somos ni lo que solo en parte somos. Pidamos lo posible. Porque a todo esto el hombre ha mejorado. De partida, hay más hombres que antes, digamos cinco mil años antes, señal de adaptación y poderío. Enseguida tenemos que ahora los hombres son gordos y antes eran flacos, hablo de los hombres y las mujeres, otra señal de progreso. De paso, advertir que la industria de zapatos ha habido momentos en que no ha dado abasto. Se dice que Frank Sinatra usaba un par nuevo de zapatos cada día y sin ir más lejos, Daniela Aránguiz confesó que era dueña de como quinientos pares de zapatos. Así están las cosas.
La solución semifinal será la huida a las estrellas. Los hombres alzarán pañuelos blancos para decir adiós al puñado de hermanos que partirá a colonizar las galaxias; las naves último modelo aterrizarán aportilladas, llenas de cototos de meteoritos y con el tiempo se exhibirán en los museos como hueso santo. El retrato de la Tierra lucirá en la repisa de una chimenea de un bungalow en Neptuno o en XR777S-3; el terrícola será un lindo recuerdo, como el tributo de América a la rubia Albión.
El Hombre Nuevo convertirá la Historia en libro, ánfora. Y se entregará a su suerte.
Es de alma lúcida admitir que la solución final consistirá en retornar la simiente al centro de la tierra. Y que todo no habrá sido más que un abrir y cerrar de ojos.

miércoles, mayo 09, 2012

La primera piedra del sistema planetario

En aquellos tiempos culpaba a mi padre de mis vicios, a ese anciano inexperto extremadamente flaco, qué sabía yo del sistema planetario. Júpiter tenía su método que le permitía rotar al tres y al cuatro alrededor del Sol, que era su dios; también él rendía cuentas.
Luego el papá fui yo y me maldijeron en silencio. Fui cruel, era dueño de un sistema infalible, excéntrico.
El sistema de mi padre era sencillo y le permitió salir adelante. Avanzaba tres pasos y retrocedía cuatro, pero obtenía dividendos, ya que los tres pasos que avanzaba medían más que los cuatro pasos que retrocedía, por decir dos metros diez contra un metro noventa, parecido al nadador de estilo pecho. En otras palabras moriría por nosotros pero primero sus vicios. Una noche me encaramé con la Virgen a un coche victoria y lo fuimos a buscar; lo hallamos echado a los pies de un árbol, salivando, esto ya lo he contado tantas veces, mas viene al caso pues demuestra su sistema a la perfección.
Mi sistema era relativamente diferente, estuve a punto de decir diametralmente opuesto. Insensibilidad al dolor ajeno, carne viva al propio, rebeldía invisible y el sacrificio de la automutilación. No diré lanzar primero la piedra y hacerse la víctima, pero algo parecido. Amor para callado, amor con hechos, no palabras. De los tres caminos escogí el más seguro, no el más fácil ni el mejor. Antes que excederme me contuve, el Palacio de la sabiduría lo divisé tarde mal y nunca.
No he hablado de la Virgen.
Su santidad me incineró, su esplendor enceguecía mis proyectos y tarde vine a descubrir los parches de sus vestiduras, cuando ya uno todo lo perdona. Qué grande que era. Y cómo liquidó con la suavidad del acero el esbozo de mi plan. Cuando salía a la esquina a comprar verduras se demoraba media hora en regresar. Todos se paraban a saludarla y ella le decía una sentida frase a cada uno. Eso hasta hoy no lo puedo comprender.
Se está haciendo de noche, hora de amargas reflexiones. Dos cajones podridos por la humedad del cementerio de Rancagua son más poderosos que toda la energía que aún corre por mis venas. Si fuese inteligente le buscaría la quinta pata al gato; como no lo soy tanto, tiendo a flotar al ritmo de las olas.
Bastaría con gritar ¡soy débil, ayúdenme por favor! Pero sería señal de debilidad.
Libres de pecado los fanáticos. Libres los ricos de oro. Las niñas bonitas, los niños soñadores. El momento del amor, la fría ciencia. Los huesos. La novia en la víspera.

sábado, mayo 05, 2012

Una arañita

Anoche maté una araña y me fui a dormir. Era una arañita pequeña, casi diría que recién nacida, no tanto, de unos dos meses de vida podría ser. Doble contra sencillo que no era de rincón, sino araña-tigre; o sea, de las buenas, de las que se comen a las de rincón. Pero cómo estar seguro. Cometió el error de plantarse en el ángulo que abarcan mis ojos antes de irse a la cama. Bueno, me quedé de pie delante de ella, pensando: si la dejo no pasa nada, pero no podré pegar los ojos por un buen rato. Si la mato alivio el miedo y me duermo tranquilo. Aunque miedo, miedo no tenía, pero sí preocupación, inquietud, no de la picadura, sino de la presencia. O sea, era el símbolo lo que no me dejaría tranquilo, no era algo material como por ejemplo un león de verdad, el estrangulador de Boston o fuego en la habitación; aún así bajé a la cocina a buscar el insecticida. Había tres: uno para liquidar los insectos del jardín, otro para matar moscas y otro para matar garrapatas. Juzgué que este último sería el mejor, porque las garrapatas son como duras, mientras que las moscas son blandas y las arañas, bien se sabe, no son insectos, así que no deben de ser tan blandas.
Subí los escalones y entré a la pieza, que por fortuna seguía con la luz encendida, ya que mi mujer es de sueño de luz apagada y si se le había quedado prendida la lámpara del velador se debía a que le había entrado un sueño pesado.
Allí estábamos los tres. Mi mujer, durmiendo. La arañita, tranquila en su rincón y yo, de pie ante ella, ante la arañita, con el insecticida en la mano. Rocié dos veces y el chorro le dio de lleno. Parece que la sorprendí durmiendo, porque hizo un intento lerdo de moverse y después como que se volvió a dormir. Yo me miraba a mí mismo y encontraba infantil que una arañita me tuviera clavado en el piso, con la vista fija en ella. Pensé en ir a buscar una silla, elevarme y retirarla con un papel higiénico, pero eso dejaría una marca en la pared, fuera de que se me podía escapar por los lados. De modo que permanecí allí, hasta que mi mujer refunfuñó y apagó la luz. Entonces me acosté, medio intranquilo.
Ahora que escribo estas líneas de homenaje a mi ex amiguita veo su cuerpo mínimo, blanquecino, echado en el suelo, a merced de la brisa, la escoba y la aspiradora.
Se puede matar manteniendo la conciencia tranquila. Siempre habrá una excusa, hasta los peores criminales se juran inocentes.

jueves, mayo 03, 2012

Polvo de estrellas

Recuerdo el calor, la densidad, la presión. Fue hace tantos años, cómo es posible que aún esté en mi memoria. Otros han olvidado; yo no he olvidado.
Cuando se apague la última estrella, ni aun así habré olvidado. Pero ya nada valdrá la pena. Los versos caerán derretidos hacia el abismo de sombras del que todo nacerá de nuevo. Tú y yo seremos la estrella del amanecer nacida de la nada. Y derribaremos a los titanes que nos estaban esperando detrás de la nada con sus hachas mortíferas. De la nada abriremos intestinos, el universo se bañará de sangre. El cielo vermellón. Y el Sol un diamante. Qué días nos esperan, Dudú, cuando todo haya sido escrito y en los archivos no quepa tanto premio Cervantes, tanto Neruda, Cernuda, Bustamante.
No hay amor en el espacio, Dios no inventó el amor. El amor es una desesperación, rebeldía que nace del calor, la densidad, la presión que arroja un polvo de estrellas al espacio, una desesperación sublime. El amor es nuestra necesidad, a Dios le han bastado por mientras las estrellas. Y cuando todo vuelva a ser oscuridad, se podría decir que Dios entrará en un estado de meditación que lo volverá santo, pues hasta ahora no lo ha sido, mas bien conquistador.
El espacio qué es el espacio. Un día cualquiera es una cosa matemática abstracta oscura y maloliente, risa de Satán, energía deseo libre no amarrado.
Esta tarde leí a Blake poeta visionario. Por la noche vi un programa de TV. Me enseñó a mirar las estrellas de otra forma. Caramba cuánto se aprende en un rato. Qué sería de mí si cumpliera turno de noche. Estaría detectando noticias como insecto, analizando cambios. Caramba cuántos años estuve de noche haciendo cambios, una noticia en vez de otra. Y fue un soplo.
Recuerdo ese día de julio sol frío echado en la hierba. Recuerdo que pensé están empezando las vacaciones de invierno, dos semanas por delante, debajo de un limón me parece que cerca de Requínoa a los 14 años en una jornada de la Jec. Éramos setenta, tal vez setenta y cinco estudiantes alrededor del padre Miguel. El sacerdote nos habló del amor, del corazón, de la amistad. Nosotros lo escuchamos, después dialogamos en grupos pequeños sentados en el pasto. En un recreo me harté de comer limones y se me pelaron las paredes de la boca, al caer la tarde entramos a la iglesia y comulgamos en la misa. Las vacaciones siempre son el día antes de empezarlas, después valen callampa.
Llegué a mi casa estaba oscura mi madre hacía un kuchen. Mi papá andaba en las tomas.
Qué sabía yo de polvo de estrellas, cuándo me iba a imaginar que al amanecer saldría un sol Dudú poniéndose en el mar.