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miércoles, febrero 27, 2013

Una cena, tres postres

De la ventana se veía el tránsito desenvuelto de la gente; parejas de la mano se fotografiaban ante el local. El profesor miraba a Fernando con un ojo y con el otro a la calle. Su mujer no llegaba y la cena se le tornaba incómoda, esto no había sido idea suya. Le preguntó cómo andaban sus notas; el joven bajó la vista y le reiteró que no intentara reformarlo. No me lleve más a su casa, maestro, le rogó. Luego hablaron de su problema con la justicia, pero el profesor no supo aconsejarlo.
A la hora de los postres, Fernando ordenó tres para él solo, prometió volver al gimnasio el lunes y pidió la cuenta, que pagó en efectivo. Cuando ya casi se levantaban, le confesó que se sentía atraído por las personas maduras.
El profesor sintió un ardor en las piernas.

1 comentario:

La Lechucita dijo...

Me gusta el final pero tengo interrogantes sin resolver.
Un abrazo