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lunes, marzo 18, 2013

Dos padres como estatuas

Volvió y se quedó de espaldas, pegada a la puerta, protegiéndola de la invasión enemiga. Estaba segura de que la venían siguiendo. El cerrojo doble y el peso de su propio cuerpo no bastaban para impedir el ingreso. Sudaba y respiraba con dificultad, como si el corazón apenas le cupiese en el tórax.
Sus padres la miraban y con sus mediocres exigencias de siempre parecía que la estuviesen recriminando. Estaban sentados frente a ella, como estatuas. Cada uno en su sillón. Amarrados a sus muebles con un tipo de alambre fino y resistente. Sendos agujeros en la frente. Los asientos se iban llenando de un líquido viscoso.

1 comentario:

La Lechucita dijo...

!!!Terrible!!!
Un abrazo