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jueves, marzo 14, 2013

La visión

La amó, pero sobre todo la deseó con una pasión enfermiza, derivada del aparente desinterés que ella le demostraba cuando se trataba no de hablar de sexo, sino de tener sexo. A veces despertaba en las noches y la acariciaba con el máximo sigilo, para permitirse el malsano placer de sentir que ella gozaba en sueños. Sin embargo jamás intentó conquistarla al estilo de lo que esperan las mujeres de los hombres.
Los años pasaron, no en vano.
Una noche, sentado en su sillón, leía un buen libro cuando la vio bajar del segundo piso. Vestía prendas de lencería de colores chillones. Desde la escala lo miró con una sonrisa idiota, sin decirle nada; él veía en su cuerpo el de una puta en el ocaso, mantenía el libro entre sus manos y no hallaba qué hacer.

1 comentario:

La Lechucita dijo...

Triste...el ocaso

Un abrazo