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viernes, abril 19, 2013

El tallo

El movimiento interno se detuvo y lo clavó frente a la ventana. Por la vereda pasaba la gente con sus mil caras; era agradable divisar desde la perspectiva de un despedido la vida de afuera y la de adentro.
Sin aviso, tomó conciencia de un tallo largo que se elevaba desde un pequeño florero en su mesa. El tallo se refocilaba de su altura tímida; le interrumpía la visión y eso le iba provocando inquietud, por el efecto óptico del desenfoque, que lo duplicaba. Quería ver esas mil caras nunca antes vistas, ese panorama que nada pide y todo lo da, que despierta sensaciones, vagas reflexiones, pero le salían al paso dos tallos difusos. Contrariado, al borde de la ansiedad,  preso de sí mismo, pidió la cuenta y se marchó.

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