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domingo, agosto 25, 2013

Ante la mezquita

Su cabeza era un  infierno donde reinaba la esperanza. Iba a volar la parte del mundo que le correspondía, que el destino le había asignado, y Alá le abría sus brazos de misericordia infinita. Se sentía dichoso, angustiado; veía por última vez las calles de Damasco, mas luego el paraíso. El espacio tomó la forma de una estrella que nace, la luz lo encegueció y el polvo de estrella cubrió la mezquita.

1 comentario:

La Lechucita dijo...

Hay luces que ciegan y polvos de estrellas que llueven como ceniza.
Posdata:
En estos tiempos oscuros en que todo se resquebraja a mi alrededor(no yo que por ahora me mantengo ilesa)la lectura es un buen alimento, me sosiega y aprendo para cuando !por fin! pueda sentarme a escribir.
Ya sabe que es uno de mis escritores favoritos....
Un abrazo