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miércoles, agosto 14, 2013

Un sueño

Esta madrugada me reencontré con mis padres, después de años. Llegué a la casa de mi infancia, se abrió la puerta y surgió un desconocido, un hombre joven, vestido de saco y camisa a rayas, que miró hacia el suelo, entre avergonzado y sorprendido, y se marchó. ¿Quién era? Jamás lo había visto.
Entré a la  casa, directo al dormitorio. ¡Allí estaban los dos, recién llegados, listos para partir de nuevo!
Nos abrazamos, se alegraron tanto de vernos a Víctor y a mí, volvíamos a ser el núcleo de cuatro: dos padres, dos hijos. La pieza estaba en sombras y la felicidad se empañaba de horrorosa ternura. Todo andaba bien, me decían, a través de unas telarañas que se desprendían de sus cuerpos y se confundían con la oscuridad de las paredes, con la claustrofobia de la pieza cerrada. Nos sonreían, pero parecía que no tenían ojos.
¡Por qué la sonrisa no acabará siempre en felicidad!
¿Quieren llevar un poco de jamón para el viaje?, les ofrecí, mostrándoles un cuarto de kilo en láminas procedente del supermercado. "No, hijo, muchas gracias, donde vamos no necesitamos comer", me respondió claramente mi madre, frase que me imaginé que pronunciaba yo mismo, adelantándome a sus palabras.
Claro, por supuesto, así debía ser. Los muertos no comen, qué estupidez la mía, pero fue un gesto de amor.
¿Quién era el hombre de la puerta?, pregunté. Mi madre respondió: "Es el conductor".
Salimos a la calle, el conductor se los llevó.
No habían pasado treinta metros cuando mi hija menor, para aligerar el viaje, los transformó en animales. De su brazo derecho cayeron unas pieles que se volvieron una en gata, otra en perro. La gata, gris, gorda, de pata corta, me vino a saludar. Me agaché, le hice cariño, le rasqué el lomo y se marchó. Al pararme vi al perro, un quiltro amarillento de regular tamaño que saltaba de perfil, sin mirarme. No lo saludé pero qué importa, él no es realmente mi padre y a mi padre sí le dije adiós, adentro de la casa, pensé con un asomo de sentimiento de culpa.

1 comentario:

La Lechucita dijo...

Curioso sueño.
Un abrazo