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martes, enero 14, 2014

El camino

-¿No era esto lo que me pedías?
El muchacho guardó silencio.
-¿No era esto lo que me estabas pidiendo?
El asfalto lucía limpio hacia adelante y hacia atrás. Un hilo gris azulado interminable, brillante por los charcos dejados por la lluvia. Visión extraordinaria, paisaje idílico. El manto verde de la Patagonia meciéndose furiosamente por el viento magallánico, cortado en dos por el camino; ñandúes agrupados a lo lejos, nubes gigantes, blancas, negras, rosadas aplastando la tierra, esquivos rayos de un sol de medianoche cayendo oblícuamente y llenando de enérgica melancolía el cuadro. Ningún vestigio humano a la redonda, nadie más que ellos dos en el camino.
El muchacho sacó una tuerca de la mochila y desmontó la rueda de la bicicleta. Cambió la cámara, volvió a montar la rueda, la infló, guardó las herramientas y aseguró la mochila. Habían pasado diez, quince minutos sin valor alguno.
La chica se había alejado. Sentada al borde del camino, con las zapatillas en la hierba, los codos en las rodillas y las manos en la barbilla, miraba fijamente, dándole la espalda. Se empeñaba en mantener abiertos los ojos, a pesar de que el viento filudo la hacía lagrimear. Él le habló.
-Ya está lista. ¿Quieres comer algo?
Una ráfaga se llevó sus palabras en otra dirección.

2 comentarios:

La Lechucita dijo...

Un instante, como mirar unas fotografías,o algo que uno ve desde la ventana.
Un abrazo

La Lechucita dijo...

Un instante, como mirar unas fotografías,o algo que uno ve desde la ventana.
Un abrazo