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lunes, marzo 17, 2014

Transmitían amor

Estaban tomados de las manos, y aún no amanecía. Enlazaban sus dedos fuertemente; en la oscuridad de la noche los dedos eran como eslabones de una cadena, pero no eran eslabones fríos, porque transmitían amor, un amor correspondido, mezcla de alivio y pesadumbre que no necesitaba más que de la unión de las cuatro manos para manifestarse. No se decían nada, les bastaba a sus cuerpos recostarse de lado y a sus manos, unirse de frente. Cuando despertó se imaginó que ella había muerto.
Jamás la pudo ver a los ojos, no supo amarla, no supo desprenderse de sus propios defectos y hoy, muchos años después de la historia que lo dejó marcado, sólo poseía la esperanza de soñar con ella.

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