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sábado, septiembre 05, 2009

La hoja de diario

Es la hora más larga de las 24 que componen el día. La hora en que el cuerpo se adormece naturalmente después del almuerzo, para que la digestión y sus órganos pasen a jugar el protagonismo de esta historia tan absurda, la historia del paso del hombre por la tierra. Vargas se sienta en su sofá y se tapa con su manta favorita; la luminosa habitación sólo registra un movimiento: el del péndulo silencioso del reloj de pedestal. Del campo no le llega ni un sonido; hasta los pájaros se han posado a dormir siesta. El lago es una sábana gris que entristece y pacifica el entorno. El invierno está por retirarse, pero nada parece anunciar la primavera. Qué hacer, ¿vencer el sueño o entregarse a él? Es un dilema; el libro de turno se halla al alcance de la mano, en la mesa de centro, los padecimientos del joven Werther, pero inclinarse a recogerlo implica un esfuerzo sobrehumano. La idea debe ser abandonada para cambiarla por otra; mirar por la ventana, mirar hacia un punto en la pared, no mirar, cerrar los ojos, sentir, tratar de sentir, concentrarse en qué se siente, pensar, recordar, planificar, soñar despierto para luego irse durmiendo, levantarse a hacer café; no, levantarse no, quedarse así, así no más, no hay nada mejor que esto, todo se está cumpliendo como ordena la naturaleza y ni siquiera hay que moverse. Desde la otra habitación, la del comedor, donde a ella le gusta estar a esta hora, su mujer chasquea la lengua, se unta el dedo y pasa una página del diario. Vargas, tomado por sorpresa por ese simple sonido que corta en dos el silencio, experimenta un escalofrío, un placer indescriptible, tanto así que su mente se esfuerza en repetirlo, en hacer durar ese segundo por la eternidad, sentado en el sofá, cubierto por su manta favorita, mirando un punto en la pared. Cómo es que una hoja de diario rompiendo la monotonía de esa larga hora lo ha puesto así, no lo entiende. Trata de entender; no puede. Quisiera rogarle que doblara otra hoja de inmediato, pero parece tan ridículo pedírselo en voz alta, y ya no sería lo mismo. Es que ahora está preparado, alerta para recibir placer y los grandes placeres lamentablemente no se anuncian, atacan de improviso y dejan su estela de relámpago para un amago de recuerdo que puede durar la vida entera. Qué es el goce, dónde reside el goce sensual, espiritual, el goce que provoca una página que pasa a la siguiente, ¿es la hoja misma y las ondas sonoras que esparce la que hacen estremecer el cuerpo de gusto o es la conciencia que transmite, la de estar acompañado en una casa grande para dos, viviendo los últimos años, tal vez el último invierno? ¿Cuándo se siente el placer de la hoja que se dobla, cuando se dobla o después que se ha doblado?, tal parece que cuando se dobla, pero entonces la conciencia no sería necesaria, querría decir que los animales también gozan como él, mejor que él, porque no hay después para ellos, sólo el momento que llega de improviso, que son todos los momentos de sus vidas; en cambio Vargas tuvo que esperar tantos meses, tantos años para que se doblara esa hoja en la casa frente al lago, tantos años, que cuando se dobló ya era tarde, y el placer se le escapó de entre las manos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Instantes que resumen otros instantes de placer como una gota de esencia contiene toda la planta con su perfume.... Pero en lugar de entregarnos al placer hasta que suavemente se diluya, como el aroma de la esencia que se expande por la habitación y se funde con el aire... intentamos prolongarlo y en ese deseo lo perdemos sin remedio.
Bello relato de un instante.
Un abrazo
L.

mentecato dijo...

El doblar la hoja tiene un contenido ontológico-temporal. Se es y luego no se es. Es el río de Heráclito...

Es el cambio de asunto o asuntos.

Una vez pinché con una muchacha de plaza de abastos en mis andanzas por las barriadas. En realidad, no fuimos concordantes por su perspectiva vital basta. Sí le pregunté por qué había aceptado mis requerimientos de alcoba de pequeño rufián. Ella, con una simplicidad rampante, me dijo: "A veces es bueno cambiar de etiqueta la botella..."