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lunes, abril 15, 2024

Interpretación del 18 de octubre

Para mi frágil, tal vez ingenuo, modo de ver las cosas, el día 18 de octubre de 2019 tiene su origen en el día 11 de septiembre de 1973; seguramente esto lo habrán dicho antes, muchas veces y de mejor forma, con la profundidad que corresponde a la comparación que se desprende de los hechos, reputados analistas, por lo que doy por terminada mi interpretación. 
Si se diera la casualidad de que esto no se hubiese expresado exactamente así, por lo descabellado de la hipótesis o su falta de argumentos sólidos, paso a continuación a quedar en ridículo o a ser pasto de los buitres. 
El 11 de septiembre de 1973 fue la culminación de una contienda civil entre las fuerzas de izquierda y las fuerzas de derecha, ambas muy bien respaldadas por potencias y las ideologías en que se amparaban cada una de ellas. A cualquier persona que tuviese uso de razón y hubiese vivido en Chile en esa época se le imaginaba inevitable la salida violenta al conflicto irresoluble (incluso ambos bandos la patrocinaban), por más que décadas más tarde los políticos aseguren que era evitable y que la democracia pudo sostenerse.
No. Esos mismos adalides de la paz y el diálogo habían caldeado los ánimos a niveles insoportables. Hoy no lo recuerdan, porque no les conviene.
De modo que, desatado el conflicto, había solo una posibilidad: el triunfo de uno de los dos bandos.
Ganó la derecha. Cómo ganó, ya se sabe. Cómo reaccionó la izquierda, no se sabe tanto; he ahí la base de esta hipótesis. Hubo miles de muertos, detenidos desaparecidos y torturados, miles de exiliados, miles de despedidos de sus trabajos y expulsados de sus universidades. ¿Qué pasó dentro de ellos? Lo que ordena la diversidad de la naturaleza humana: salvando obviamente el destino de las víctimas fatales, unos se adaptaron a la nueva realidad, otros se cambiaron de bando, otros mantuvieron y reforzaron sus ideas y se fueron preparando para el día de la venganza, alimentándose de ira soterrada.
Volvió la democracia, diecisiete años después. La gente quería paz, votaciones libres, no deseaba más violencia, el costo había sido demasiado alto, quería unidad, y así se fue construyendo un país más igualitario, Chile comenzó a despegar económicamente, la pobreza fue disminuyendo, hablo a través de datos objetivos de dominio público, pero no todos estaban en eso, había sangre en el ojo y si se advirtió, se obvió. Tampoco era cosa de darles el favor, rendirse ante ellos. Eran minoría y se vivía en democracia.
Para esa minoría la hora de la venganza llevaba años postergada. El proyecto se había aniquilado por la fuerza. Había que volver a él, había que engrandecer a los mártires y rendirles el tributo que se merecían. Dispusieron de casi cincuenta años para concebir una heroica trama, que se fue perfeccionando y heredando a través de tres generaciones. La derecha callaba. No es prudente pisotear a los ídolos del otro bando.
Hasta que llegó el gran momento en que la oportunidad se les dio. Consistió en la simple alza de un pasaje de la locomoción, torpemente calibrada por los señores políticos. Ese día estalló la fiesta, el desahogo. La venganza tomó cuerpo y el país entró en una vorágine de locura que duró tres años. Todos caímos en ella; casi nadie ha hecho su propio mea culpa. Total, pagaba Moya.
De pronto los vientos cambiaron; el frenesí del saqueo, el incendio, la humillación y las venas hinchadas del cuello fueron cediendo paso a la recuperación de la conciencia. El espectáculo cansó a esa misma gente que lo aplaudía noche a noche a cacerolazos. Nada bueno había acontecido para nadie. Los ricos seguían siendo ricos y los pobres ahora eran más pobres. La idea de la justicia popular poco lucía; los mismos que durante el carnaval vociferaban, ahora en el poder asumían en silencio las verdades de la vida.
Ni en sus mejores momentos fueron más de un tercio, pero el 18 de octubre de 2019 fue el tercio que se hizo notar y que influyó en la masa desprevenida. Y si resalto algo bueno de todo esto es que ya no hay a quién culpar de las desgracias del país.    

sábado, abril 06, 2024

Leer a Bukowski

Leer a Bukowski me divierte, lo que es harto decir, y me plantea dudas. 
Cada libro que cae en mis manos condiciona mi estado de ánimo. Me levanto con Auster y ya sé lo que me espera; momentos de placer, pero raros; personajes con problemas de identidad y personajes fantasmas, el autor convertido en personaje, el personaje con el nombre del autor, yoes múltiples casi hasta el infinito. Borges lo supera en eso, dice lo mismo pero en forma sosegada, imprime en el alma una sensación de ironía, como de desdén accidental. Es tan grande su superioridad que no lo puede evitar. En una de sus clases en la universidad -recogida en un libro- contaba que corrigió a unos ingleses acerca del mensaje que contenía un letrero en un pueblo chico de Inglaterra. Ellos erraban en su significado y él los corrigió en su propia tierra, sin vanidad, al menos en apariencia. Leer a Borges siempre es un agrado, si estamos preparados para agachar el moño, y perdonándole sus trucos, a los que todo escritor tiene derecho. 
Leer a Teresa de Ávila es meterse en honduras, aunque escriba en fácil, es tomar conciencia de lo poco que vale uno, de las montañas de vanidad apozadas detrás de nuestras aparentes buenas intenciones; todo estriba en creerle lo que siente y no intentar darles explicaciones científicas, psicológicas, hasta patológicas a sus mensajes. Cómo se ha de sentir uno cuando lee que mientras está de rodillas en el templo Dios le toma el cuerpo de los pies y se lo levanta delante de las otras monjas, qué ha de de ser eso sino éxtasis místico.
Leer a Carla Guelfenbein es una prueba de paciencia y un desafío al alma para que esta no se entregue a la ira, cómo puede alguien escribir de esa manera y vender libros y ganarse el premio de 140 mil dólares de la editorial que la promueve al tiempo que organizó el concurso
Dos mujeres, ¡cuánta diferencia! 
Y sin embargo escribe bien, lo de Carla no es con mala intención, hace lo que le dicta su espíritu, no tiene errores, es loable su objetivo, hay trama e historia, ¡pero me dio una rabia!, menos mal que ya devolví el ejemplar en la biblioteca, leído hasta la última línea, testimonio de perseverancia y masoquismo. 
Leer Textos de Frontera es arrimarse a una hipótesis pretenciosa, que no puede ser más rebuscada, arrimarse a un invento de principio a fin, que pervierte al lector al convertirlo en voyerista de un onanismo literario. Leer lo que escribe Roald Dahl es maravillarse con argumentos ligeros para terminar aburriéndose un poco; leer Paris Review es asomarse a los secretos de los grandes, que no sirven de mucho; Roth es un judío neurótico que se ama a sí mismo, destaco lo de judío porque él se encarga de subrayarlo en sus libros y en las entrevistas que concede. 
Leer a Jorge Marchant es leer a mi compañero de curso, lo leo con cariño y recuerdo nuestro paso por la agencia de noticias Orbe, sección Crónicas, él como cronista, yo como fotógrafo. Pero no puedo dejar de experimentar la sensación de estar cayendo a una especie de túnel del tiempo, no me refiero a la época en que se desarrollan sus historias sino al lenguaje. Es como si el pasado hermanara la trama con la escritura. 
Leer a Bukowski es vivir un sismo de mediana intensidad. A las diez o quince páginas uno ya se acostumbra a las resacas (quiero decir que ya se las espera, ya se las echa de menos, alegran la mañana) se acostumbra a las peleas a combo limpio, a sus visitas al hipódromo, a la sensación de no tener nada y de aspirar a nada, de estar echado en la cama a la una y cuarto de la tarde escuchando música de Mahler con las cortinas cerradas, a los bares de mala muerte, a la ronda de putingas, a los recitales de poesía y a sus aspiraciones de escritor que no renuncia a sí mismo pero que con los años se va poniendo blandengue, incluso se acostumbra uno a las traducciones españolas, tomar por culo, chavales, vamos a por ellos. Con el correr de las páginas surge el Bukowski sensible, no era tan duro, él mismo hace que se lo echen en cara sus conocidos y conocidas, queda claro que sobre todo es un artista viciado. Y de pronto cambia del cielo a la tierra al conocer por fin a una persona a la que admiró por años; se vuelve tierno, cariñoso, ubicado, todo un caballero, como alguna vez nos ha pasado a nosotros mismos cuando se nos ha puesto por delante un viejo maestro que se va a morir. 
Allí es donde me entran las dudas con Bukowski. Porque no había un Bukowski, había dos bukowskis.   

jueves, abril 04, 2024

El vicio, las ideas difíciles, el dolor y los tormentos

Lo esencial es relativamente fácil de explicar. El vicio se nutre de culpa y es gozoso; se desea caer en sus garras porque da un respiro; descreo del que lo confiesa arrepentido a los pies del confesonario entre las tinieblas.
Las ideas difíciles, las fórmulas, son propias de especialistas. Si se las estudia durante un tiempo, unos veinte a veinticinco años, resultan ser juego de niños, desprovistas de genio. Son como decir voy llegando a la esquina y cuando llego diviso otra esquina.
El dolor y los tormentos paralizan. Se hace uno la pregunta de si allí está la verdad o por qué no resisten análisis. Simplemente paralizan, lo dejan a uno botado, aguardando el milagro que vendrá y que siempre ocurre.
Cuando me llegue la hora preferiría morir de un ataque al corazón, sería perfecto.  

martes, abril 02, 2024

Qué pasará con las ranitas

Cuidado con la temperatura ambiente 
Cuidado con los giros de la historia
Ustedes parece que no reparan en los giros de la historia
Se dejan llevar por la corriente porque piensan que la corriente es la cara de la normalidad
Olvidan las corrientes que corren por abajo
Por qué Constitución y por qué Constitución
Parecía tan normal pero nadie se lo imaginó poquito antes
He ahí un ejemplo sacado del libro de los generales después de la batalla
Pensaban una cosa y después pensaban otra cosa Normal
Entonces cuidado con la paz que te rodea
Ni siquiera te puedo aconsejar que la alimentes con tus actos
De pronto llegan vientos de guerra y estamos hasta las masas
En la vida todo tiene justificación, hay razón para todo, no hay hechos estúpidos 
Estúpidos sí, claro que eso se ve con los años
Fácil
Volvemos con los famosos generales
Cuidado con los bienes, con la salud, con el amor de tu señora, con el ojo del que pasa por el lado
Cuidado con lo eterno, lo imperecedero, lo invariable. No te fíes
Nada asegura que el dolor sigue doliendo
Que la  mala racha es perpetua
Que los pasos se pierden 
He aprendido en esta larga vida que la vida tan larga no es
Es cortita
El cerebro es un baúl lleno de recuerdos sin ton ni son 
La niñez está a la vuelta de la esquina 
He aprendido a agradecerle al destino
Cuando se aparece la mala suerte
Pero la gran pregunta es otra
Qué pasará con las ranitas si el hombre emigra a Marte
Habrá que llevar unas cuantas
YA PERO Y LAS OTRAS