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sábado, enero 08, 2022

Un lío, de lo que sea

¿Habrá algo más terrible que ese día en que todo sale mal, ese día en que desde la mañana a la noche una sucesión de martillazos te va machacando el alma? 
Tu mente, acorralada ante el primer aviso, hace un lío de lo que sea; las relaciones humanas se tuercen, la gente huye de ti, porque tú provocas la estampida.
-Deprímete ante una enfermedad terminal, esto que te sucede es una nadería -te dice tu mujer. Y no le haces caso. Quieres estar solo.
Pero no quisieras estar solo, aunque haces lo posible porque suceda. Y ocurre. Otro martillazo para el alma.
De pronto se te aparece la imagen de tu padre, tú esperándolo que llegue del trabajo, larga espera que no da frutos. Luego, cuando entre tambaleante a la casa, ya no importará. Qué daño el que te hizo, sin conciencia del mal que se iba incubando en tu mente. Porque te amaba como a su vida, tal vez más que a su vida. Pero estaba condenado desde niño. Demasiado sufrimiento. Tú pagaste los platos rotos. Y tu mujer y tus hijos lo pagan por ti. 
Estás dando un espectáculo irreparable. Pero no, aún podrías intentar ser bueno. Sería cosa de intentarlo.
¿Romper la cadena invisible?
Quisieras poseer la valentía de los colonos, de los conquistadores, de los buscaproblemas. La felicidad de esos hombres estriba en hallar un obstáculo insalvable en sus acciones y proyectos; se parecen a esos aventureros de la televisión cuyos vehículos quedan entrampados en el barro o a esos que construyen chozas en Alaska. Caras de felicidad ante el desastre. Los envidias, pero doy fe de que no meterías los píes en esos zapatos.