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miércoles, abril 27, 2016

La gata y la araña

A mi gatita Jiji le gusta cazar pájaros. Esta mañana atrapó a una cría de zorzal de un puro salto. El ave no se dio ni cuenta cuando ya estaba en las garras del felino. La Jiji lo hace de placer, no de hambre. No habían pasado ni cinco minutos cuando la vi subida al acacio del antejardín. Desde una rama gruesa vio a una paloma parada un poco más arriba. La Jiji quedó en posición casi vertical en la rama, estiró la pata delantera y lanzó a la paloma al piso con un manotazo. Entonces decidí darle una lección. Me encaramé al árbol con una tabla gruesa; la gata bajó de inmediato al piso de cemento. Cuando la vi justo abajo solté el madero. Le cayó en una vértebra del lomo; el golpe artero, desmedido, la hizo sangrar y a mí, arrepentirme del castigo.
Bajé y la consolé, la Jiji lloraba de pena, se sentía traicionada y me lo hacía ver con su llanto. La cáscara de la vértebra rodaba por el suelo.
Comenzaba la noche, la hora del juego. La arañita se dejaba llevar por la velocidad. Cuando el Metro avanzaba, la arañita se iba hacia atrás; cuando frenaba volaba hacia adelante, al igual que unas pelusas que la acompañaban en su viaje por el pasillo. La arañita flotaba zigzagueando como lo hacen los deportistas que desafían a las olas del océano. Se veía feliz, ignorante del peligro. Los zapatos de los pasajeros se le asemejarían colinas imposibles de cruzar; sus piernas, columnas de titanes homicidas. La arañita entre ellos, bajo ellos, jugaba a correr enloquecida por la noche, a darle unas cosquillas a su estómago de araña.
Cuando el carro se detuvo en la estación los zapatos se le fueron acercando, pero la arañita, alerta, corrió a guarecerse bajo una barra telescópica de acero. Al estudiar su refugio notó que más arriba la mole se arqueaba y desplegaba tres brazos que se unían finalmente en el firmamento, una cúpula coronada de enormes estrellas despidiendo luz cegadora al vagón.
Cuídate de los ataques que vengan del cielo, Jiji.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pobre Jiji, un mundo complicado ella solo quería jugar...seguro.

Un abrazo

La Lechucita.