Ya te has ido; nos dejaste muy temprano.
Esta noche hace frío, la Jiji duerme a los pies de la estufa; tú duermes bajo la tierra húmeda y helada.
Pero hay un paraíso, y allí está tu alma de gatito, con la Droya, la Diana, Runy, Estinfis, la perrita Cleo.
Oh, Dios, qué triste es recordar a los muertos inocentes.
Mi nombre no tiene importancia, mi edad tampoco. Sólo diré que mi título de Vicioso y Hombre Malo me fue conferido, tras estudiar la vida entera en su academia, por una milenaria formalidad ideada naturalmente por los hombres. Y que si de algo soy testigo es de un derrumbe moral que me ataca por todos los flancos y me obliga a sumarme a él, en el entendido de que la verdad no es otra cosa que aquello que todos tratan de ocultar.