A otros ya les ha llegado, pero a ti no te llega. Carlos Barahona Peralta, box número 6. Francisca Palavicini Monterroso, box número 15. Julio Berríos Cerda, pase a toma de muestras en piso menos 1. Y tú, cuándo; tú, a qué hora.
Sergio Mardones Labra, box número 18.
Adelante, tanto tiempo, cómo se ha sentido, recuéstese, relájese. Bájese los pantalones hasta las rodillas. Suba las rodillas hasta el pecho.
(¡¡¡#!!!)
Mmm... vístase. Está excelente, venga a verme en uno o dos años más, creció apenas un pichintún. Hágase estos exámenes de todas maneras.
Sales, entre alegre y confuso. Caminas hacia el metro sorteando a los vendedores que copan la acera con sus mercancías.
Sigues esperando la llamada que nunca llega.
Mucho has dado, viene ya la hora de recibir, la hora de los homenajes se acerca, la hora de la compasión. Hasta entonces vivirás como el cobarde, que muere mil veces; escrito está que solo en los segundos postreros tomarás conciencia de que el reloj vivía contigo, se hallaba dentro de ti, a cada minuto hacía sonar su insensible campanada, te llamaba, te amaba en su dolor.
Mi nombre no tiene importancia, mi edad tampoco. Sólo diré que mi título de Vicioso y Hombre Malo me fue conferido, tras estudiar la vida entera en su academia, por una milenaria formalidad ideada naturalmente por los hombres. Y que si de algo soy testigo es de un derrumbe moral que me ataca por todos los flancos y me obliga a sumarme a él, en el entendido de que la verdad no es otra cosa que aquello que todos tratan de ocultar.
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