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martes, noviembre 14, 2023

La prueba de fuego

Por una suerte de ignorancia personal de la condición humana, o un yerro en la comprensión del fenómeno amoroso, nunca me ha dejado de llamar la atención el proceso que se vive entre dos amantes que se conocen, se descubren y se entregan a sus sentimientos más profundos. A pesar de que la advertencia inicial debilita mi posición, la deja expuesta a la crítica y me aconseja no meterme en esas honduras, procederé a especular sobre el asunto, en el entendido de que se trata de un ejercicio lúdico destinado a pasar las horas muertas entre el verdor y la lluvia del sur de Chile.
Creo que la vida de los amantes se separa claramente en seis estados. Al primero lo denominaría captación. Esto realmente es muy sencillo; lo adorné de falsa complejidad para que no parezca tan pedestre.
En el momento de la captación, una persona ve a su sujeto de interés; de alguna forma lo selecciona; tal vez lo había visto muchas veces antes, días, semanas, meses, pero de pronto lo nota, lo capta, lo aparta del resto del mundo. 
Si la atracción es mutua, o alguna de las dos partes consigue que se haga mutua a través de una ingeniosa martingala, los futuros amantes pasan a la segunda parte del proceso, que es la charla. En realidad, la charla es una inevitable serie de largas conversaciones, puede ser a la salida del trabajo, en un café, en el banco de una plaza, en una taberna, en algún rincón semioculto de la oficina. Son momentos llenos de sustancia, en los que ambos se comienzan a conocer, aunque con el debido cuidado de enseñar casualmente las características más destacables y espirituales de sus vidas. Esas conversaciones provocan una profunda felicidad en el alma y a mi juicio constituyen la etapa más cercana al enamoramiento.
Echados los dados, y una vez que se ha producido inevitablemente el primer beso, los amantes miden la cancha, reconsideran sus posiciones y cada uno de ellos toma una determinación. Muchos amoríos han llegado solo hasta este punto, generalmente por razones de sentido común o de carácter moral, o por alguna represión latente de las naturales ansias del ser humano. Pero la mayoría cruza hacia el paso siguiente ante la cantidad de tensión acumulada, que impide dar marcha atrás.
El paso siguiente es el clímax de la relación. El clímax es obviamente el sexo. Da la impresión aquí que todo hubiese sido preparado para esto; que los pasos anteriores no pasaron de ser un largo cable eléctrico que perseguía llevar la luz a la casa. De pronto, el sexo se ha transformado en lo esencial, casi en lo único importante de la relación. A los amantes se les ha abierto un mundo de posibilidades y están ansiosos por explorarlas. El conocimiento anterior solo fue una buena base para que cada uno le entregara al otro lo más sagrado que posee, que es su cuerpo. 
El cuarto paso viene a ser la decadencia. El sexo, incluso el buen sexo, aburre. No hay persona capaz de ensayar más que un número limitado de variantes, que tarde o temprano terminan por abrirle las puertas a la rutina. A falta de nuevas variantes se repiten las conocidas. He allí la prueba de fuego de los amantes y he allí por qué las relaciones de pareja duran tan poco en estos tiempos. El desenlace natural de este cuarto paso sería la separación de los amantes, aunque no pocos optan por el matrimonio, por razones diferentes a las mencionadas. Estas serían la aspiración de una vida en común, construir una familia; y el deseo natural de prolongar la especie, de dejar descendencia. 
Los tiempos han cambiado. Antes, en la época de nuestros padres y abuelos, el matrimonio era de por vida. Ahora que es fácil anular legalmente el vínculo, se ha convertido en poco más que una simple relación de pareja.
Hay un quinto y un sexto paso que no por ser menores dejan de cobrar relevancia. Responden ambos a la posibilidad de sobrevivencia de ese amor. Porque a todo esto había amor, en el fondo este encuentro entre dos amantes se trataba del amor. El quinto paso sería la presencia de los celos, que en su justa medida le darán una nueva intensidad a la relación. El último paso será el regreso sosegado al segundo estado, liberado de esperanzas. 
Las costumbres de hoy en día y la Internet han hecho las cosas más fáciles y más rápidas, pero la esencia del asunto es la misma, salvo en el caso de muchos jóvenes, que al saltarse la charla pagan caras las consecuencias de haberse entregado al llamado de la sensualidad.
Así veo las cosas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Se podría profundizar más.Pero cada historia tiene su proceso.
¿Y que lleva a que un enamoramiento termine en fin o en boda?
Un abrazo
La Lechucita