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martes, abril 27, 2021

Qué me ha enseñado todo esto. Tardes de agobio

Qué me ha enseñado todo esto. Pues, que mi vida se ha edificado sobre la base del miedo. He ido construyendo lentamente, con la paciencia y la perseverancia del avance de las obras de una catedral del medievo, una vida que paradójicamente me ha brindado más incertidumbres que certezas. Cunden los temores; pisos y techumbres hacen agua y en medio del constante aguacero real y sobre todo imaginario, el ahorro se acumula en cofres ocultos en el sótano. Desde luego, y si es que antes no me son arrebatadas por las águilas humanas de rapiña, se trata de monedas de oro que quedarán allí guardadas hasta el día de mi muerte, cuando por fin mi alma se libere del estado de ansiedad en que ha vivido. 
Porque claro está que el cambio no es posible. La conducta se puede cambiar, esto es, las acciones, el modo de vida, los hábitos, pero no las emociones que generan los hechos; están demasiado abajo como para que el maestro descienda con sus herramientas de gasfitería y las modifique.
Apuestas, riesgos, valentía, pasión. Grandes objetivos. Gracias, me inclino ante esos temperamentos que abren puertas y disfrutan de la vida en todo su esplendor, pero modestamente... paso. Me esperan los andamios, faltan ladrillos que instalar.

En las tardes de agobio me refugio en Bach y en Borges, porque me parecen estar más allá de este mundo. Me parece el de uno un mundo que se conecta a Dios a través de lo más profundo que ha sido capaz de entregarnos la música; me parece el del otro un mundo que, sin burlarse de mi ignorancia sino haciéndomela ver tácitamente, se sostiene en la historia, en el pasado. Ciegos ambos, pudieron acercarse más que los pisatierras engreídos a la esfera celestial, y eso le devuelve algo de fe a mi espíritu.

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