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miércoles, mayo 11, 2022

La cama

El pináculo de la catedral se mecía en la dirección del viento tormentoso. Adentro, los fieles oraban de rodillas y las esperanzas menguaban. 
El asesino andaba suelto.
Las noticias informaban que se había metido a una cama, dándole muerte a otro advenedizo de un golpe en la garganta, lo que había dejado a la mujer desnuda a sus expensas.
Los ruegos no alcanzaban a llegar a las ojivas; antes que eso el viento los desviaba hacia las puertas laterales, que se abrían y cerraban  según los apetitos venidos del cielo.
Metros más al norte, sobre el escenario del teatro a oscuras, desfilaban los dobles del asesino en grupos de pares. Era una escena inquietante, digna de una pesadilla.  

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