"Está más corto de lo que pensaba. Me ha
tocado cortar pasto de más de un metro de alto. Se lo puedo dejar en
ochenta".
Hicimos trato. El día antes me habían pedido
ciento ochenta. Un corte de pasto de ciento ochenta liquida cualquier
presupuesto mensual a un jubilado.
Me hallaba ante un hombre más bien bajo, de
cejas gruesas, sombrero no de huaso, sino de ala ancha, a la moda, casaca de
gamuza, manos sucias. La descripción se ajusta a lo normal para un trabajador
del campo. Con lo que no contaba era conque fuese parlanchín. Hay parlanchines
entradores y parlanchines naturales. José Toledo parecía ser un parlanchín
natural, confiado.
Por un extraño motivo yo le estaba cayendo bien; comenzó a
hablar sin freno.
"A usted le convendría instalar un
estanque. Acá a veces se corta el agua uno o dos días. Hay máquinas que pasan a
llevar la matriz y queda la tendalada. Cuando a usted le construyeron su casa
pasó eso y la parcela se inundó. Me tocó venir a ver la cosa y les dije:
ustedes rompieron, ustedes arreglan. Estuvieron de acuerdo, sí, no se preocupe,
nosotros arreglamos. Con un estanque de unos 1.200 litros queda bien. Se corta
el agua, usted echa a andar la bomba y tiene agua para dos días, por lo menos. Pero también habría que cerrar la parcela".
-Me interesa.
"Hay dos maneras. Yo le digo cuánto hay que
comprar, cuántos palos, cuánto alambre, usted cotiza y yo le hago el cierre. Lo
otro es que yo le entrego el trabajo vendido".
Iba a preguntarle cuánto me saldría cuando se me
ocurrió pasar al tema de los corderitos.
-Me gustaría tener unos corderos para que me
cortaran el pasto. ¿Se podría?
"Claro que sí. ¿Conoce el
Espantapájaros?".
-Sí, el tenedor libre camino a Puerto Octay.
"Ese mismo. Ahí venden corderos. Antes
costaban cuarenta, ahora creo que andan por los ochenta. Tiene que comprarlos
borreguitos porque más grandes son asalvajados, cuesta hacerlos entrar en
vereda. Los aguacha con sal, al cordero le gusta la sal; venden unas rocas
saladas, se ponen en el pasto y el cordero las va langüeteando".
-¿Se escapan los corderos? ¿No se los comerán
los perros, los zorros?
"Aquí no se ven perros; el zorro es chico.
Con un buen alambrado no se van. Si quieren salir por el portón se compra una
piola que les manda un huascazo de electricidad y ya no se acercan más al
portón. Hay que tenerles agua fresca. El cordero es de agua fresca, si toman
agua estancada se apirgüinan. Se saca el agua con una manguera que va a dar a
un depósito que siempre se está llenando, eso actúa por gravedad, no gasta corriente.
Con unos cuatro corderitos quedaría bien".
-¿Y yo podría viajar a Santiago y dejarlos solos
en la parcela?
"Yo tendría que venir a echarles una
mirada. Y tener su teléfono. Aló don Sergio, se fueron los corderos. Aló don Sergio, los
corderos están tranquilitos. Aquí hay que hacer dos canales para que corra el
agua de la lluvia. El vecino había instalado una cañería... (tantea bajo el
pasto) no la noto. Usted tendría que hacer una excavación aquí, de unos setenta
centímetros, y otra allá al fondo. El agua correría hasta el zanjón a la
orilla del camino. Eso también se lo puedo hacer".
-¿Y puede venir mañana a cortar el pasto?
"Mañana al mediodía puedo venir. El viernes
no, tengo control médico, eso es sagrado".
-¿Nada serio?
"Yo me dializo".
-¿Y qué le pasó?
"Yo reventé. Trabajaba en una empresa
eléctrica y me llamó otro patrón. Oye José, me gusta como trabajas, quiero que
te vengas a trabajar conmigo. Ya pues, me vengo. Y así estuve harto tiempo, pero
un día le fueron con cuentos. Buenos días patrón, vengo a conversar con usted.
No tengo nada que conversar contigo, me fallaste. Cómo que le fallé. No
trabajas más conmigo. No me puede decir eso así no más, tiene que darme una
razón. ¿Le robé? ¿Le falté al trabajo? La semana pasada te mandé la carta del
finiquito. Aquí la ando trayendo, patrón. Entonces no hay más que hablar. No pues
patrón, yo no me voy. Cómo que no te vas. No me voy, usted no me puede echar
así no más, yo tenía un buen trabajo en Talca y usted me mandó llamar. Mándeme
a Talca en un camión con todas mis cosas y me voy, o déjeme aquí haciendo lo
que sea. Entonces te mando a barrer. Claro, no se me van a caer las jinetas por
barrer, páseme la escoba. Y me fui a la bodega y en dos horas le tenía todo
limpio, ordenado, las maderas para un lado, los sacos por otro, la basura en un
tarro. ¿Y qué pasó aquí que todo está tan limpio? Los demás me miraron. El José
limpió. Nunca había tenido tan limpias las bodegas, desde ahora te encargas de
las bodegas. Y yo le cuidaba el manejo, la salida de la madera, hasta los clavos".
-¿Y qué pasó?
"Una tarde en la casa me puse a pensar.
Aquí hay algo que no cuadra. Me senté y tiré lápiz. Al otro día llegué a la
pega y le dije a don Alberto. ¿Sabe don Alberto? Anoche tiré lápiz y no me
conviene seguir trabajando para usted. De dónde sacas esas cosas José. Mire, yo
antes tenía cinco millones en el banco. Ahora, en vez de tener cinco millones debo cinco
millones. Con usted no me estoy haciendo más rico, con usted me estoy
empobreciendo. Pero si te pago lo justo. Es verdad, pero usted no cuenta que yo
trabajo con mi camioneta. José lleva esta carga para allá, José andar a buscar
madera y me la traes pacá. José, llévate esos cinco sacos de cemento a la obra.
Uso mi camioneta y usted no me reemplaza ni un neumático. La otra vez se me
echó a perder una pieza del carter y ni siquiera me dijo cómprala y la pagamos
a medias. Ah yo no sé, tú eres el chofer. Yo era el chofer pero ahora no soy
más el chofer, ahora vendí la camioneta y me compré un auto, así que
arreglemos. Arreglemos. Yo le debía unas platas y le pagué con el finiquito.
Don Germán me recibió y ahora le trabajo a él. Con su señora se han portado muy
bien, me dieron una casita al lado de la casa patronal y ahí vivo con mi señora
de ahora y mis dos hijitos. Si hubiera jubilado por la AFP habría sacado una
miseria. Ellos hablaron con unos abogados y me salió un seguro por Penta, muy
superior".
-¿Cuántos años tiene?
"Cincuenta y uno. Ya soy abuelo de mi hija
que vive en Talca".
-Yo tengo sesenta y nueve.
"¡Sesenta y nueve!, no se le notan".
-Pero por qué se dializa.
"Un día me bajé del tractor y mi señora me
dice qué te pasa José que estás tiritando. Después la señora Astrid me dice
José qué te pasa en los ojos, los tienes rojos, tienes la cara amarilla. Yo le
había echado la culpa al trabajo, pero me mandaron al consultorio. Tú te estás
muriendo me dijo el doctor, te vas hospitalizado de inmediato. No doctor, si me
voy a morir, que me muera al aire libre, debajo de un árbol, no le tengo miedo
a la muerte, usted no me puede dejar aquí. Bueno, te vas si es tu deseo, pero
tengo que ponerte un catéter. En la casa ya no podía resistir. Mi esposa, que
es evangélica, se encomendó a Dios y me dijo José, tienes que morirte cuando
los niños estén más grandes, ahora están muy chiquititos; tengo dos niños con
ella, el mayor tiene siete y es de mechas de clavo por mi ascendencia mapuche y
la menor es una muñeca, rubiecita de ojos verdes, en mi familia en Talca había
muchos rubios. Un día estábamos donde mi comadre y mi comadre dijo del Cielo
viene una niñita. A los dos meses mi señora un día se cansó y se fue a acostar.
Tú estás embarazada, le dije. Pero cómo voy a estar embarazada José, si tú no
estás en condiciones. ¿Te acuerdas cuando la comadre dijo lo de la niñita?
Claro que me acuerdo. No era para ella, era para ti, era una señal que venía
del Cielo. Entonces volví al consultorio, me convenció con lo de los niños.
Volviste, hombre, ¿y el catéter? Se me cayó arriando unos animales, lo tengo
acá en la guata. Pero hombre, tú te vas ahora mismo al hospital de Puerto
Montt, pero tienes que llegar haciéndote el muerto, hazme caso, llega
arrastrándote o si no, no te van a recibir, hazme caso. Y llegué arrastrándome
por la anemia. Los riñones me funcionaban como al diez por ciento".
-¿Y se dializa cada tres días?
"Día por medio. Tres días serían una
maravilla... ¿y qué hace usted?"
-Soy jubilado.
"Pero, ¿qué hacía antes?"
-Era periodista. Trabajé cuarenta años en Las
Últimas Noticias.
"¡Periodista!... aquí hay hartas historias
que contar... podría contar la historia de José... ¡si le contara mi
vida!"
1 comentario:
Ay este José ya encontró laboro contigo.
Un abrazo
La Lechucita
Publicar un comentario