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miércoles, marzo 20, 2024

Carta al director

Señor Director

Yo nací en una población obrera. A lo largo de toda mi vida no hice más que trabajar para mi empleador, quien cada mes me descontaba religiosamente de mi paga los impuestos que mandataba la ley. Como no se podría afirmar que he sido un boratata, pude ahorrar en forma metódica, de modo que al momento de jubilarme disponía de un dinero a buen resguardo.
Ahora observo que esa voracidad insaciable que caracteriza al Estado, semejante a la voracidad de las hienas, me ha ido cercando por todos los flancos, y está logrando extraerme la sangre de mis venas, año a año, a través de su esbirro omnipotente, el Servicio de Impuestos Internos.
Ya puedo adivinar que cuando me quede lo justo para sobrevivir retirará sus fauces de mi garganta y dejará en paz lo que reste de mi vida; no le faltarán nuevas víctimas, a las que primero olfateará y luego desplumará. De este modo, en vez de premiarnos por nuestra sensata conducta ciudadana, nos habrá sacrificado en pro de la justicia social, a tantos millones de inocentes como a mí.  

S.M.L.

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