Las ideas difíciles, las fórmulas, son propias de especialistas. Si se las estudia durante un tiempo, unos veinte a veinticinco años, resultan ser juego de niños, desprovistas de genio. Son como decir voy llegando a la esquina y cuando llego diviso otra esquina.
El dolor y los tormentos paralizan. Se hace uno la pregunta de si allí está la verdad o por qué no resisten análisis. Simplemente paralizan, lo dejan a uno botado, aguardando el milagro que vendrá y que siempre ocurre.
Cuando me llegue la hora preferiría morir de un ataque al corazón, sería perfecto.
1 comentario:
Yo también prefiero una muerte digna y rápida, sobre todo rápida
Un abrazo
La Lechucita
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