En ambas, los protagonistas son artistas atormentados y en ambas se hallan en una búsqueda constante de sentido para sus vidas. En ambas el trazo autobiográfico es evidente, indesmentible.
Una tercera novela, "Pasión y muerte del cura Deusto", del chileno Augusto D'Halmar, me apasionó por su tema rupturista e impensado para la época, pienso en nuestro país (en 1912 Thomas Mann ya había escrito "Muerte en Venecia"). Es curioso que la novela esté ambientada en Sevilla, España, pero a fin de cuentas eso al autor se le agradece, pues nos regala un magnífico cuadro de aquella ciudad hace cien años, con su enorme influencia árabe, así como del mundo de la cultura del baile y el cante flamenco (aunque el lector pueda sentir, tal vez, el regusto añejo de la novela española de la generación del 98). Más que el cura Deusto me queda el sabor del otro personaje, el Aceitunita, el recio y bello niño gitano que llegará a ser, en la novela, un gran cantaor y bailaor flamenco. La pasión entre el cura Deusto y el Aceitunita, contenida hasta más allá del final, es además fiel reflejo de esa época.
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