Abrir las compuertas
Desahogar las obsesiones
O meterlas en una camisa de fuerza
Para echar a volar serenamente el goce creativo
Hablando de ellas
No puedo escribir con la piel de cada día
Debo disfrazarme de santo para delatar a mis demonios
Si no dejaría al descubierto la arena
El circo que es la poesía
Mi nombre no tiene importancia, mi edad tampoco. Sólo diré que mi título de Vicioso y Hombre Malo me fue conferido, tras estudiar la vida entera en su academia, por una milenaria formalidad ideada naturalmente por los hombres. Y que si de algo soy testigo es de un derrumbe moral que me ataca por todos los flancos y me obliga a sumarme a él, en el entendido de que la verdad no es otra cosa que aquello que todos tratan de ocultar.
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