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domingo, diciembre 08, 2019

Ah, la peste

La tierra gira, sigue girando, seguirá girando montones de años más, millones de años, acaso trillones. De la oscuridad nace la luz, larga noche de tinieblas, una noche de cuarenta, de cincuenta días. Y cuando el diluvio se acabó todo no era igual que antes; fue horrible ver esa inmundicia. Y lo invisible, ¡más feo, horrible de feo! ¡Espantosamente horrible! Sobre los muros cubiertos de pintura corazones destrozados, miradas torvas, desajustes cerebrales, hígados y tripas para la miseria. Vamos, Ferdinando, échame una mano, no seas malito Papa Joe, dales por el culo chibilín chibilán, sácales caca Ferdinando; ojos rodando por las calles, un miedo ancestral, cavernario, puños inexpertos de burla, de poder de bota militar, carambolas diabólicas, cobardes enemigos, ¡niñitos de pecho!, ¡niñitas de pañuelos mataguaguas!, grandes víctimas del Estado, Estado asesino, estadito asesinito, ¡qué lindo es disparar al bulto!, ¡qué lindo fuego!, ¡a trompadas!, ¡a palos en la cabeza los quiero ver! Maldita desconfianza, odio maldito, sed de venganza.
Como iba diciendo, el contrabajo suena desafinado. Intentaré volver a la cordura. Las noticias me hacen mal, recuerdo el paraíso que hace poco anunciaban las noticias de las nueve de la noche, arrancaban bostezos y ahora las dan envenenadas mentes envenenadas que le hacen la corte a la carroña, ¡por miedo!, ¡se cagan de miedo!, ¡les hace así el orto!, Ferdinando, ¡les late mientras ponen la mejor carita!, ¡terror a caer en las brasas!, malditos faraones de la edad media.
¡Oh, la peste!, el virus que se instala sin aviso, inofensivo, menospreciada advertencia que se aloja y va multiplicándose, invadiendo como el agua la hierba, el humo el horizonte, el tumor un cuerpo indefenso que se hace polvo mientras la tierra gira montones, millones de años más.
Al lado juró el nuevo mandatario y lo primero que hace es llorar miserias. ¡No hay plata! ¡Estamos en la quiebra! ¡Ay mamacita lo que se viene allende los Andes! Al otro lado hacen pucheros y más allá andan a balazo limpio. Buena opción sería mirar la arena, qué mejor que el avestruz, cuidado con el poto eso sí, en estos tiempos es peligroso hundir la cabeza.
¿Quién se mete al sobre cada noche como único dueño de la verdad?
¡Yo!
Pero los sueños me la disputan.
Anoche vi el cortejo del líder del Perú, venía en un Ford 61 negro de la funeraria presidencial, y al llegar frente a los árboles que enfrentaban a la iglesia, donde lo aguardaba la multitud, los empleados volcaron el opaco vehículo, lo dejaron de lado con la rueda sucia dando vueltas para comprobar que todo estaba bien, y de entre la muchedumbre destacaba Ella, que lo lloraba vestida de blanco. Luego Ella ingresó al salón deshabitado vestida de luto con un traje ajustado y me mostró las medias negras brillantes, sus piernas, recostada en el canapé. Sentí la necesidad urgente de acudir al urinario. Subía los escalones del edificio y el pasillo repleto de gente me desviaba por una escalera lateral que descendía al piso inferior; quería devolver mis pasos pero debía seguir bajando para intentar subir por una nueva escala, y así fue hasta que entré al urinario, una caseta en la que adentro había un funcionario que vendía boletos, burlé a los demás en la fila y apenas cabíamos los dos; la orina caía sobre el piso, desaparecía bajo la rejilla...  

1 comentario:

Anónimo dijo...

!Qué pesadilla más real!
Un abrazo
La Lechucita.