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domingo, mayo 31, 2020

El buen ciudadano

El encierro obligado entre cuatro paredes enseña a ejercer la humildad; las pretensiones se desvanecen con el viento y con el tiempo, importa ya a muy pocos lo que hacen los demás y qué queda sino vivir para uno mismo. Grandes autores copan las páginas de los suplementos, al lado de otras páginas con noticias demoledoras. Byron soñó con ser recordado y que su frente fuese coronada de laureles. Los deseos actuales del buen ciudadano, libre de las desgracias de tantos, son el buen aperitivo, el disfrute de una serie de TV, buena música y lectura; planear el almuerzo del día. Eso es ceguera social, insensibilidad, dirán algunos, ¿pero quiénes son esos? ¿A quiénes representan sino también a ellos mismos? El mal de ciertas fuerzas políticas está en condenarlo todo, exigir venganza con la cara rabiosa; no hay humildad ni amor en sus gestos y a esas demandas el buen ciudadano, aquel que lo ha conseguido todo con justas artimañas, no se somete tan fácilmente. Escribir es un gran placer, si se ejerce en un ambiente sereno, serena la mente y sereno el entorno. Se puede escribir en un entorno de perturbación, pero no se puede escribir bajo el influjo de las pasiones, no puede salir de allí una página inspirada. Suele decirse de los poetas: ¡tan diferente que eran sus libros de aquel que los escribía! Y quienes mejor lo podrían definir, que son los miembros de su familia, a menudo yerran medio a medio. "Aunque no lo leíamos, sospechábamos de sus vuelos de artista, pero en persona era pedestre..."

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