Las cosas que suceden, suceden por motivos extraños; la mente adopta su respuesta al mundo ante una caja de fósforos que cae al suelo, un tropezón en una acequia, un chicle que se va por la garganta.
Benicito entró corriendo a mirar por el telescopio, eran las siete de la tarde; alcanzó a ver un poco de la Luna, pero una nube la tapó. Bajó a tocar el piano y jugó con los dedos y las teclas, inventando ritmos y sonidos. Después se fue a dormir con su papá, mi hijo.
Quisiera orientar los misterios que transitan por su alma, mas los años no me han regalado certeza alguna; a esta altura ni siquiera sé qué sabor tiene el éxito ni a qué sabe el fracaso.
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