De modo que el Covid fue capaz de matarme, aun habiéndome vacunado. Esta toma cinematográfica era la prueba.
No había sufrido ningún tipo de dolor, ni molestias. Nada de problemas con la respiración, el olfato, la fiebre. Simplemente había muerto de Covid.
Sentí que nunca le había tomado el peso a la epidemia y que el hecho debía comunicarlo de algún modo. La peste blanca me había llevado de este mundo; a la muerte se podía llegar por distintos senderos. Había senderos catastróficos, trágicos, accidentales, pacíficos, serenos, cotidianos.
1 comentario:
Lo único cierto es que a la muerte siempre llegamos. Yo pido que el camino no sea doloroso y nunca pierda la cabeza.
Un abrazo
La Lechucita
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