Allí, precisamente, está su aporte al lector común y corriente (no al académico, al perito, al docto que absorbe y desmenuza su contenido, como si fuese una máquina de inteligencia).
De uno de los libros de Hesse, ni siquiera recuerdo cuál de los dos, Demian o El lobo estepario, conservo la imagen de un joven sentado ante el fuego de la chimenea. No estoy seguro si estaba solo o acompañado, pero sí que sentía crepitar los leños. De eso es de lo que estoy hablando.
Mi labor como lego consistiría en desentrañar la contribución de imágenes como aquella al pozo profundo de mi ser.
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