Un colibrí se esconde en el ramaje antes de suspenderse a libar. Son las siete de la tarde; la noche se vislumbra a la vuelta de la esquina. No parece un buen momento para ganarse la vida, la hora llama al descanso.
Pero tú permaneces confundido entre el ramaje, como un hombre pensando en la disyuntiva que te ofrece el final de la jornada.
Es tarde, hace frío, corre viento, el día fue engañoso, hubo flores, no se te dieron abiertas ni fragantes, te quedaste con hambre y la sed no se calmó.
Se avecina un largo invierno. Aún es tiempo de libar, aun en los bordes del tiempo.
En esa disyuntiva estás, igual que al hombre al que los años ya le pesan como adobes que cargara en la espalda.
Los primeros segundos habrán de ser los más terribles para los testigos de tu último suspiro; un, dos, tres, el tiempo te irá dejando solo, rígido, verdoso, ausente del entorno.
Dará lo mismo lo que venga, avecilla, siete ocho, nueve, el reloj correrá hacia atrás, rígido su martillazo de piedra, habrá comenzado el olvido.
Mi nombre no tiene importancia, mi edad tampoco. Sólo diré que mi título de Vicioso y Hombre Malo me fue conferido, tras estudiar la vida entera en su academia, por una milenaria formalidad ideada naturalmente por los hombres. Y que si de algo soy testigo es de un derrumbe moral que me ataca por todos los flancos y me obliga a sumarme a él, en el entendido de que la verdad no es otra cosa que aquello que todos tratan de ocultar.
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1 comentario:
El tiempo corre...el viento trae presagios...pero la muerte quien dabe donde nos esta esperando...
Mejor disfrutar de los colores del otoño y libar mientras sea posible.
Un beso de lluvia y soles
La Lechucita
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