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lunes, junio 05, 2023

El acercamiento, una sorpresa, la tensa indiferencia

¿Has leído a Erdevig Harveg?, pregunta aludiendo a una famosa escritora desconocida para el vulgo, mientras va acercando sus labios entreabiertos a los míos hasta que se encuentran, casi un beso, es cosa de avanzar un milímetro y ya será un beso; su cuerpo inclinado sobre el mío, yo sentado. La pregunta viene acompañada de un lejano hálito alcohólico, pero eso es lo menos importante. Lo que vale es que se trata de una joven culta de inclinaciones artísticas, una joven maldita, difícil, enrevesada.
Mi colega Llanca me anuncia entonces la noticia del día: corre la voz de que mi obra infantil se está haciendo conocida gracias a la recomendación de un famoso locutor muerto hace unos días. Siento una gran ilusión. Camino por el pasillo de piso encerado de tabla y entro al dormitorio; el locutor reposa en la cama, sonriéndome, mostrando la dentadura. ¡Vaya, pues resulta que no ha muerto!, como decían, ¡resulta que está vivo! Por eso no hay que hacerles mucho caso a las noticias que difunden las redes sociales.
El locutor me entrega el papelillo arrugado del porte de una servilleta que contiene su recomendación, escrita en letra chica.
¿Cuántos seguidores tiene usted?
Tengo trece seguidores.
(Vaya... no es mucho... pero se trata de un locutor famoso... de seguro mi obra se irá haciendo conocida a partir de ahora).
Cocino unos trozos de carne de cerdo sobre una parrilla montada en la vereda de una calle del barrio Estación Central. Debería hallarme en la oficina, pero esta es la excusa que le ofrezco a mi jefa. El día es frío, gris.
Al volver a la sala en que está el equipo me entero de que la joven que estuvo a punto de besarme ha traído a su novio, quizás con qué propósito, darme celos, qué sé yo. Decido ignorarlos y me acuesto a lo largo en el sofá, haciéndome el dormido, con la cara hacia el respaldo. Ella no hace amago de exhibirme su trofeo, aunque está claro que desea hacerlo. Es el juego de la tensa indiferencia.
En cualquier momento abriré los ojos y los veré, la situación se torna insostenible. Y eso hago. Me incorporo y domino la sala con la mirada. Abordo directamente al joven, que resulta ser de lo más simpático. Delgado, puro, ausente de cálculo. Nuestro diálogo podría llegar a ser fluido.  

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Recuerdos o sueños?
Un abrazo
La Lechucita

Anónimo dijo...

Sueños, los sueños raros que pueblan mis noches. Gracias por el comentario.