Y yo, agustiado por mi tranquilidad, por el futuro que me espera, los miro por detrás de los visillos.
¿Qué tranquilidad, la que siempre me ha sido tan esquiva? ¿Qué futuro?
Sería esta la forma correcta de mirar las cosas, la forma constructiva, optimista y buena. Mi mente se retuerce, se niega a aceptar la realidad desde ese punto de vista, se complace imaginando catástrofes. Anuncios apocalípticos, fin de una ilusión.