Leo sus obras, algunas de una levedad, me atrevo a postular liviandad, asombrosa; otras cubiertas por el barniz de un pesado barroquismo, no todas fascinantes, algunas aun pobres, a mi juicio, no bellas.
Entonces me digo esto puedo escribirlo yo, o esto no puedo escribirlo yo. Mas, cuando oigo o veo sus opiniones en las pantallas o en libros de entrevistas o en las páginas de los suplementos de letras casi siempre me digo esto en ningún caso podría decirlo yo, no sería capaz de decir algo así, de que se me ocurriese algo así, y entonces es cuando me surge la pregunta que me devana los sesos. ¿Es su obra apenas la punta del iceberg del escritor?
Lo que sigue es la sensación de envidia ante el genio, la imposibilidad de acceso al Castillo.
En cuanto a mí, solo me resta declarar:
Mi paso por la vida no ha sido otra cosa que una constante huida del miedo. Busco paisajes idílicos por miedo; bebo gratos martinis vespertinos por miedo; abrazo a mis amigos por miedo; escribo por miedo; me miro al espejo con miedo, pienso que cualquier día me hallaré ante otro ser, sin reparar en que los años ya me han cambiado decenas, cientos de veces de cara.
1 comentario:
¿ Y por qué no escribe sobre el miedo?
Un abrazo
La Lechucita
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