Ya en la cama descubro que el sueño no me vence; afuera los termómetros marcan cinco grados bajo cero, adentro está agradable, entre 18 y 20 grados. Recién he apagado la estufa a pellet; es la una y cuarto de la mañana y la experiencia me indica que a la una y media, veinte para las dos, la cabaña estará helada y yo dormiré abrigado, a salvo del frío, con un guatero en los pies. Pero las cosas no se dan como había imaginado.
A la una y media mi conciencia sigue alerta; le echo la culpa al consumo de alcohol, a las dos series con que cerré la noche, una de agentes del FBI que investigan crímenes seriales y la otra, de robots que hacen y deshacen con los humanos. No soy de los que sufren de insomnio, pero uno de vez en cuando estaría dentro de la regla.
(sigue)
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