Pero yo no soy tan superficial como podrían creer los que me conocen a la salida de una reunión, en el hall del teatro de conciertos, en un encuentro fortuito en el café.
Doy en el gusto, pero escondo secretos.
Tampoco es que sea tan profundo: me gusta llegar al centro de las personas que me interesan, eso es todo.
Observar y observar hasta dar con el talón de Aquiles que cada cual, tarde o temprano, termina dejando al descubierto.
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