El ambiente va forjando leves espejismos; los espejismos derivan en terrores cotidianos, provienen de otra esfera imposible de aclarar; perceptibles en la opresión del pecho, en una vaga incertidumbre, en la aspiración del sueño, en un llamado a la calma, el cálculo de las vías de escape.
Mi nombre no tiene importancia, mi edad tampoco. Sólo diré que mi título de Vicioso y Hombre Malo me fue conferido, tras estudiar la vida entera en su academia, por una milenaria formalidad ideada naturalmente por los hombres. Y que si de algo soy testigo es de un derrumbe moral que me ataca por todos los flancos y me obliga a sumarme a él, en el entendido de que la verdad no es otra cosa que aquello que todos tratan de ocultar.
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