Una vocecilla flacuchenta que tienta desde la boca del estómago, que incide a pecar; un ligero escalofrío agridulce cuando al autor le aparece un arma en las manos; una remota sed de revancha ante ligeros ataques empolvados por el tiempo, he allí el semblante de las ligeras bajezas humanas, aquellas que provocan ligeros daños irreparables a quien las ejecuta y a quienes las reciben.
Mi nombre no tiene importancia, mi edad tampoco. Sólo diré que mi título de Vicioso y Hombre Malo me fue conferido, tras estudiar la vida entera en su academia, por una milenaria formalidad ideada naturalmente por los hombres. Y que si de algo soy testigo es de un derrumbe moral que me ataca por todos los flancos y me obliga a sumarme a él, en el entendido de que la verdad no es otra cosa que aquello que todos tratan de ocultar.
1 comentario:
Nadie se libra de ellas
Un abrazo
La Lechucita
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