No solo Vargas Llosa estremece y se estremece con vientos despedidos más allá del charco. Acá también han llegado, no los mismos; atravesaron la conciencia y la vejez vienen del cielo, remecen la cabaña y dificultan el sueño; son fuerzas conmovedoras que entran y se van sin ninguna indiferencia, porque no la sienten; sin ningún pudor, que no lo tienen; solo ese ulular feroz, delirante, enloquecido, ese silbido que les da su esencia al superarlos.
Mi nombre no tiene importancia, mi edad tampoco. Sólo diré que mi título de Vicioso y Hombre Malo me fue conferido, tras estudiar la vida entera en su academia, por una milenaria formalidad ideada naturalmente por los hombres. Y que si de algo soy testigo es de un derrumbe moral que me ataca por todos los flancos y me obliga a sumarme a él, en el entendido de que la verdad no es otra cosa que aquello que todos tratan de ocultar.
1 comentario:
Aquí soplan en todas direcciones y cambian constantemente.
Un abrazo
La Lechucita
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